miércoles, 5 de diciembre de 2012

Madrid Arena: Cuidado con la masa

Este articulo lo hemos tomado del blog de Psicología del Centro Aurora del Prado En un principio no hemos publicado sobre el tema por motivos personales y laborales pero nos consta que os debemos algo más especifico sobre el comportamiento grupal de las personas en situaciones de catástrofes.



El trágico acontecimiento sucedido en el recinto del Madrid Arena, donde fallecieron cinco jóvenes, nos tiene que servir para reflexionar sobre lo peligroso que puede ser el comportamiento de la masa, cuando se percibe que la vida está en peligro, para evitar que se vuelva a repetir. 

Se ha demostrado que una multitud activada por el pánico termina siendo violenta y las masas cuando actúan de forma violenta generan más pánico. Porque el instinto de supervivencia se sobrepone a todo y las personas actúan por impulso. 
Cuando los sujetos forman una masa, el comportamiento es muy diferente al que tienen cuando actúan de forma individual. Este fenómeno es algo universal y ha sucedido siempre así, aunque las personas no dejan de sorprenderse por este tipo de actuación. 

Irresponsabilidad 

La desgracia que tuvo lugar en el recinto “Madrid Arena” fue un cúmulo de negligencias e irresponsabilidades por parte de los organizadores, a los cuales parecía importarles más lo económico que lo humano. Fueron unos irresponsables, al no tener en cuenta los peligros a los que sometían a los jóvenes que inocentemente iban tan solo a divertirse. 
No respetaron las normas que se establecen para este tipo de eventos, no respetaron el número máximo de personas que estaba permitido, vendiendo muchas más entradas, no contrataron suficiente personal para controlar a las personas dentro del recinto y tampoco había suficiente personal sanitario. 

La masa se ha estudiado científicamente 

El peligro que puede suponer el comportamiento de una multitud de personas formando una masa, que en un momento dado puede ser incontrolable, no es nada nuevo. 
En 1895 Le Bon, psicólogo social francés, comenzó a estudiar científicamente el comportamiento de las masas y escribió: “La Psychologie des Foules”. En este libro demuestra que el comportamiento de los individuos juntos no es el mismo que cuando están aislados y que el comportamiento de la masa se convierte a veces en irracional. 
Los individuos dentro de una multitud se vuelven seres primitivos. El pánico supone una respuesta a aquellos acontecimientos que para ellos suponen una amenaza de peligro real o supuesto. Ante estas situaciones, se produce un desequilibrio entre la intensidad del estímulo y la capacidad de adaptación del individuo. Se ha demostrado que, cuando la intensidad del estímulo es superior a la capacidad de reacción del organismo y los recursos del sujeto son insuficientes para asumir de forma racional y adecuada en su personalidad la experiencia emocional, surgirán comportamientos de miedo reaccionando con pánico y generando situaciones peligrosas. 
En el caso del “Madrid Arena”, el exceso de personas les impedía avanzar y esta presión enorme que se producía hacía que cayeran unas encima de otras, llegando lamentablemente a asfixiarse algunas de ellas. 

Pautas de comportamiento comunes 

Las conductas de las personas en masa, aunque sea diferente la composición del grupo, o la situación social de las mismas, poseen unas pautas de conducta comunes, que hacen previsible el comportamiento de las multitudes. 
La multitud es como un ente con personalidad propia. La masa formada por los individuos genera un ser nuevo supraindividual, con un “alma colectiva”. En la actuación de la masa, se observan las influencias ancestrales que conducen a un comportamiento salvaje, primitivo, donde la supervivencia está por encima de todo y, en particular, cuando perciben que su vida peligra. 
Se ha demostrado que las tragedias se pueden producir aunque no haya un desencadenante grave. Por tanto, es fundamental que los espacios sean suficientemente amplios. 

Dentro de la masa el individuo cambia 

Cuando una persona forma parte de una multitud, esta modifica al individuo, convirtiéndole en un auténtico autómata, es como un grano de arena en medio de otros granos de arena a merced de la fuerza del viento. 
La formación de la masa da lugar a una combinación y unión de elementos nuevos, situación nueva donde influyen las ideas-grupo e ideas-fuerza, que terminan por empujar, arrastrando a todo el conjunto. 
Es cierto que la individualidad de las personas no se pierde del todo, pero hay también una serie de características comunes que se dan generalmente en la multitud imprimiéndole personalidad propia

sábado, 24 de noviembre de 2012

Cómo enfrentarse a una catastrofe


Tras un desastre natural, sólo hay un pequeño lapso de tiempo para conseguir ayuda antes de que el mundo se fije en otra cosa. ¿Quién debería estar al mando? Cuando un gran tornado arrasó su pueblo natal, las hermanas Caitria y Morgan O'Neill (con tan sólo 20 y 24 años) tomaron las riendas y ahora enseñan a otros cómo hacer lo mismo. (Grabado en TEDxBoston).

sábado, 3 de noviembre de 2012

Siete formas de procesar el estrés tras un desastre natural


En los últimos días todos hemos estado siguiendo atentamente los movimientos del huracán Sandy hasta su llegada a la Gran Manzana. Los vientos y las lluvias del huracán han conmocionado Nueva York y en Medciencia nos preguntamos cómo manejan los supervivientes el estrés que crea el presenciar un desastre natural. 
Por suerte, Heaps y Melissa Brymer, directores del programa de terrorismo y desastres de la “UCLA/Duke University National Center for Child Traumatic Stress”, nos ofrecen 7 consejos y estrategias para superar el estrés tras un desastre natural. 
  1. Mantenerse en contacto. Tras esos momentos, es crucial mantener el contacto con otros seres humanos y con el mundo que te rodea. A veces, la gente que experimenta reacciones emocionales muy fuertes se encierran en si mismos y pierden el contacto con el exterior. Esto se interpone en el camino para afrontar el estrés tras un evento traumático. Es importante no alejarse de las relaciones interpersonales, hay que manteer el contacto con la gente que se preocupa por ti para así comprender mejor lo que te está sucediendo. Brymer también hace hincapié en la importancia de mantenerse en contacto con tu comunidad local. “Si estás confiando demasiado en las redes nacionales, será difícil averiguar lo que está sucediendo en tu área”, dice ella. La conexión a nivel local puede ayudar a aliviar las preocupaciones, proporcionando actualizaciones importantes que son relevantes para ti. 
  2. Cuídate y vuelve a la rutina. A medida que nos esforzamos por volver a la normalidad, puede haber una tendencia hacia el exceso de trabajo, en particular por parte de quienes participan de alguna manera en los esfuerzos de limpieza y recuperación. Por importante que sea tu trabajo, Brymer sugiere tomar tiempo para cuidar de sí mismo. “Piensa en lo que estás comiendo. Haz lo posible por dormir lo suficiente.” A menudo no reconocemos que las molestias adicionales con las que tenemos que cargar tras un desastre natural pueden superarnos, por eso es importante cuidar de nosotros mismos. Según Heaps, el restablecimiento de las rutinas y la vuelta a los viejos patrones es importante debido a que puede servir como una señal de que nos estamos moviendo más allá del trauma. Heaps también aconseja volver a la alimentación normal y los patrones de actividad – y especialmente los patrones de sueño – en la medida de lo posible. “Algunas personas tienen dificultades para hacer estas cosas cuando están estresados, pero cuanto más se vuelva a estos patrones, más se volverá a la normalidad”, dice. “Estas rutinas ayudarán a su cuerpo y su mente a funcionar mejor.” 
  3. Procesarlo a través de relatos. Contar historias, ya sea oralmente, por escrito, o de cualquier otra forma puede ser curativo. Esfuerzate por hablar con los amigos o la familia sobre tu experiencia o escribir tus pensamientos o ideas en un diario. “Comunicar sus pensamientos y sentimientos ayuda a la gente a entender la realidad de lo que han experimentado. También abre la puerta a la posibilidad de avanzar más allá del trauma”, dice Heaps. 
  4. Tenga en cuenta las formas de afrontamiento de otras personas. Brymer subraya que no hay una sola manera de hacer frente. “Una cosa que hemos aprendido es que las personas, incluso los miembros de una misma familia que han pasado por el mismo desastre juntos, tienen diferentes maneras de expresarse sobre el evento,” dice ella. No des por sentado que los demás sienten o reaccionan de la misma manera que tú. Cada uno de nosotros ha sido impactado de una manera diferente y tenemos que aceptar que otros pueden tener su propia manera de expresarse. Si alguien necesita un período más largo de tiempo antes de poder hablar de lo que ha pasado, está bien, debes estar dispuesto a escuchar cuando estén listos. 
  5. Limite la exposición. Muchos de nosotros hemos estado pegados a las pantallas de nuestros diversos medios de comunicación para ver las imágenes y noticias actualizadas acerca de los desastres y los rescates. Brymer sugiere poner freno a esa tendencia, porque “la exposición continua puede hacer que algunas personas estén incluso más ansiosos y preocupados.” 
  6. Practique métodos calmantes y relajación. ¿Qué se puede hacer para ayudar a aliviar la ansiedad en este momento? Cada persona debe encontrar maneras de calmar su ansiedad durante estos momentos. Esto puede tomar muchas formas, incluyendo la respiración profunda o la meditación. Algunas personas utilizan la música o el canto. Otros prefieren rezar. Lo que funciona mejor para ti es lo que debes hacer. Cuando estamos angustiados, tenemos respiraciones rápidas y superficiales. Brymer sugiere tomar tiempo durante el día para inhalar y exhalar lentamente. Puedes probar a tensar los músculos y luego relajarlos. Esto ayuda a identificar donde está la tensión y el endurecimiento de los músculos y relajarse con mayor eficacia. 
  7. Echar una mano en cualquier forma que pueda. “El servicio es una actividad terapéutica”, dice Heaps. “Algunas personas tienen dificultades para aceptar ayuda. Es importante aceptar ayuda, pero es igualmente importante ayudar a los demás”.

miércoles, 10 de octubre de 2012

DUELO INFANTIL DE 0 A 12 AÑOS

CARACTERÍSTICAS DEL DUELO EN LOS NIÑOS DE 0 A 12 AÑOS

Autora: Montse García

“ Poder llorar la muerte de un ser querido adecuadamente y afrontar la
pérdida antes de que se produzca, en el momento en que ocurre y
sobre todo después, hace que el niño/a no pueda sentirse culpable,
deprimido, enojado o asustado. Cuando ayudamos a nuestros hijos a
curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de
todas –la muerte de un ser querido -, los estamos dotando de unas
capacidades y una comprensión importantes, que le servirán para el
resto de sus vidas”. William C. Kroen (1996).



Cada vez más desde nuestra sociedad occidental tendemos a proteger de un modo excesivo a nuestros infantes de las crudas realidades de la vida. Esto que a priori nos parece bueno, en muchas ocasiones no lo es ya que apartando a los niños de estas realidades no les permitimos que conozcan, experimenten, se habituen y aprendan a afrontar muchas de las experiencias que tendran que vivir en un tiempo más o menos próximo.
La muerte de un ser querido es uno de los acontecimientos más dolorosos y estresantes que puede experimentar un ser humano, y además suele ser un hecho ineludible en la mayoría de los casos. ¿Quién no ha perdido a alguien al que quiere?
Cuando esto ocurre todas las personas, incluidos los niños y los adolescentes, debemos enfrentarnos a un proceso de duelo para el que muchas veces no estamos preparados. Si no afrontamos adecuadamente esta pérdida estaremos expuestos a sufrir problemas posteriormente. 

Algunos de los mitos que nuestra sociedad ha forjado en torno al duelo infantil son los siguientes:
  • El sufrimiento y el duelo infantil son de corta duración. Pero en realidad, este dolor nunca termina. Los niños crecen, se desarrollan y van descubriendo e incorporando nuevos factores desarrollados con la pérdida.
  • Los bebés y los niños pequeños, no son capaces de sufrir o experimentar el duelo. Es al contrario, los niños/as experimentan estas emociones intensamente. Sin embargo su expresión verbal poco desarrollada no les permite expresar estos sentimientos y muchas veces estas emociones no son reconocidas por los adultos.
  • El trauma causado por la muerte de un ser querido siempre ocasiona trastornos emocionales a largo plazo. El sufrimiento es una respuesta normal a la muerte de un ser querido. En la mayor parte de los casos, cuando los niños/as reciben apoyo y sienten que sus sentimientos y experiencias son validadas, tienden a desarrollarse normalmente.
  • Para ayudar a los niños/as que han perdido a un ser querido, el objetivo es terminar con su sufrimiento y duelo. Como procesos, el duelo y el dolor nunca terminan, y por ello reaparecerán a lo largo de toda la vida. El cariño y la comprensión ayudarán a procesar esta experiencia.
 
Al objeto de que los adultos podamos reconocer el proceso de duelo por el que pasan los niños/as y de ese modo podamos ayudarles a afrontarlo, será útil que conozcamos sus reacciones de acuerdo con su edad y su etapa evolutiva.
PRIMERA ETAPA: MENOS DE 3 AÑOS
No comprenden qué significa el concepto de muerte y sus consecuencias. Carecen de la percepción de tiempo y espacio.

Los bebés
Crean un vínculo afectivo muy fuerte con la persona que les cuida y protege (normalmente la madre), ese apego les proporciona seguridad emocional, aceptación y protección.
Al fallecer esta figura protectora, la primera sensación que tiene es la de abandono. En este caso es común observar en los bebés comportamientos como:
  • Búsqueda de la figura protectora, llantos inconsolables, rechazos a nuevas figuras protectoras, alteración del sueño, problemas en la alimentación, irascibilidad, rabietas…
La ausencia de esa figura protectora ocasiona al bebé sentimientos y emociones de abandono, indefensión y desprotección. Lo principal es que cuanto antes el bebé vuelva a sentirse querido y protegido por otra persona, aunque eso no evitará que él espere durante bastante tiempo la aparición de su madre.
 
2 a 3 años
El niño ha evolucionado cognitivamente aunque su perspectiva emocional es similar. La pérdida de una persona significativa les provoca sentimientos de abandono, miedo y desasosiego. Así que el niño tendrá episodios de:
  • Llanto, intranquilidad, inseguridad, desapego, retroceso en el aprendizaje, rechazo hacia otras personas, irritabilidad. Con esta edad ya preguntan continuamente por la persona fallecida, aunque al rato parece que se han olvidado de ella.
Lo mejor que podemos hacer en esta etapa es otorgarle afectividad y seguridad. Los familiares son esenciales en estos primeros momentos.
SEGUNDA ETAPA: DE 3 A 6/7 AÑOS
3 a 5 años
Su nivel de comprensión es más avanzado, ya domina mejor el lenguaje. Aún no están preparados para entender el concepto de muerte. Para ellos las personas no tienen límite temporal.
La muerte la entienden como algo reversible, temporal e impersonal, ni siquiera  se plantean que ellos o  su familia puedan morirse. Cuando eso sucede lo primero que sienten es abandono y desprotección.
  • Constantemente están esperando que aparezca esta persona y esto les causa gran dolor y ansiedad.
5 a 6 años
Empiezan a comprender un poco más el significado de estar vivo o muerto aunque son incapaces de comprender de manera global lo sucedido.
Sus manifestaciones de duelo más comunes son:
  • Sentimiento de abandono, miedo, incomprensión, tristeza, culpabilidad, ansiedad por la separación, incertidumbre, rabia, enfado, pocas ganas de comer, falta de atención.
 
Otros síntomas habituales en las primeras semanas son:
  • Conductas desadaptadas, retroceso en su desarrollo evolutivo, enuresis, regresión del comportamiento, desobediencia, trastornos de la alimentación, desinterés, pesadillas, etc… Son manifestaciones muy comunes que desaparecen con el tiempo.
En caso de que se intensificaran y persistieran podríamos decir que el duelo se está complicando y debe consultarse con un psicólogo.
Es aconsejable que el niño participe con el resto de la familia en esos momentos de dolor, ya que eso le facilitará el que exprese sus sentimientos y comprenda mejor la realidad.
TERCERA ETAPA: DE 6/7 A LOS 11/12 AÑOS
6 a  9 años
A los 6/7 empiezan a entender el concepto de la muerte, aunque aún les resulta difícil imaginar que ellos o sus seres queridos tienen que morir.
A los 8/9 años ya empiezan a superar el concepto de reversibilidad y dan paso al concepto de lo definitivo.
Cuando se muere un ser querido se les hunde su mundo, su estabilidad y la protección que creían tener desaparece. Actitudes hacia la pérdida:
  • El rechazo es una de sus primeras actitudes.
  • En estas edades  los niños lo personifican todo y la culpabilidad es un rasgo muy común. En ocasiones han podido escuchar a su madre: “eres malo, me vas a matar a disgustos”. Este tipo de frases permanece en el interior del niño y él puede llegar a pensar que es el culpable de dicha muerte.
La dificultad que tienen algunos de expresar sus miedos, pensamientos y ocultarlos les pueden llevar a entrar en un proceso de ansiedad, angustia y culpa que puede afectarles en su desarrollo psicológico. El rechazo, la rabia y la falta de aceptación por la pérdida ocasionan cambios de comportamientos expresados en:
  • Agresividad, violencia, pesadillas nocturnas, falta de concentración, insociabilidad, rechazo a otros familiares que quieren ayudarle, culpabilidad dirigida hacia sí mismo o culpabilización hacia la persona fallecida por haberse muerto, irritabilidad, desinterés, necesidad de permanecer con las personas sobrevivientes por miedo a que también mueran, deseo de unirse con la persona fallecida, expresándolo continuamente, agresividad manifestada a través del juego…
En ocasiones síntomas psicosomáticos como:
  • Cefaleas, dolor de estómago, inapetencia, hipocondría, estrés postraumático.
La ayuda de los familiares, profesores y amigos es la mejor terapia para superar el trance doloroso y elaborar el duelo aceptando la muerte de su ser querido.
Para el psicólogo William C. Kroen (2002), los tres temores más frecuentes del niño son:
-¿Causé yo la muerte?
-¿Me pasará esto a mí?
-¿Quién me va a cuidar?
Más de 9 hasta 12 años.
 
Los niños ya están preparados para tomar conciencia de la dura realidad de la vida. En un duelo presentan sentimientos ambivalentes:
  • Curiosidad por saber más sobre la muerte. Con preguntas de este estilo: ¿Cuándo una persona muere a dónde se va? ¿Se lo comen los gusanos?...
  • Miedo atroz hacia ella.
Cuando un niño está elaborando el duelo, no solo es importante observar sus cambios de comportamientos, sino también las preguntas que nos formulan. A través de ellas podemos averiguar en qué momento emocional se encuentra, si existe ansiedad persistente, si tienes deseos de morirse (vigilar las ideas suicidas).
Lo mejor es que la comunicación sea fluida entre el niño y los adultos, para que así puedan expresar sus emociones, miedos, pensamientos. El silencio de lo que está ocurriendo hace que no elabore su duelo de manera normal y que pueda optar por aplazarlo.
Otras variables que debemos tener en cuenta son: 
  • Los cambios que se producen en su entorno. El cambio lo viven como pérdidas, les desestructura y sienten ansiedad por lo inesperado.
  • La adaptación de roles. Hay niños que adoptan roles del fallecido, para intentar que todo siga igual o para evitar el sufrimiento de la familia pudiéndole crear un cuadro de ansiedad o síntomas depresivos. En otras ocasiones se convierten en niños irrespetuosos que abandonan sus obligaciones y culpabilizan a los demás de los sucedido. Todo esto son manifestaciones de inseguridad y de rabia por todo lo que ha cambiado su vida, no aceptan esa muerte y tienen gran sentimiento de abandono.
Es importante mantener la comunicación desde el primer momento con los niños para que expresen su dolor y vuelvan cuanto antes  a la normalidad.

A modo de recomendación final
Padres y familiares deberían tomar conciencia de que si durante un proceso de duelo observan estas actitudes y comportamientos en sus niños y no se ven capaces de manejar estas situaciones, lo mejor es que acudan a la consulta de un psicólogo/a para que les orienten y ayuden a que el niño pueda elaborar el duelo adecuadamente evitando así que surjan problemas futuros derivados de éste.
Bibliografía
“El duelo- Como ayudar a los niños/as a afrontarlo”- Iratxe Apraiz Sagarna
“El duelo, estrategias terapéuticas con niños y personas con síndrome de Down. Intervención duelo por suicidio”- Antonia Jiménez González, Montserrat Montés Germán, Javier Jiménez Pietropaolo.



viernes, 5 de octubre de 2012

"Lo Imposible" una pelicula a considerar



Trailer en español de LO IMPOSIBLE, dirigida por J.A. Bayona y protagonizada por Naomi Watts y Ewan McGregor. La película está basada en una historia real acontecida durante el tsunami que arrasó las costas de Tailandia en 2004. Producida por Telecinco Cinema y Apaches Entertainment. Distribuida por Warner Bros. Estreno en España el 11 de Octubre de 2012. Summit distribuye la película en EE.UU.

No es que nos vayamos a dedicar ahora a hacer comentarios de cine, es sencillamente que nos parece que es una pelicula que "debemos" y no lo digo solo por los efectos especiales y la fotografía. Esta claro que toda dramatización es solo una parte de la verdad pero tambien esta claro que no podemos trabajar seriamente en Intervención Psicológica en Catastrofes sin el relato subjetivo de las personas que las han afrontado y estan aquí para contarlas. Creo que J.A. Bayona ha logrado no tan solo una gran pelicula sino un relato sencillo y humano de uno de los acontecimientos más inconcebibles y devastadores que se conocen y que el buen hacer profesional de todo su equipo se ha visto reflejado ante la fuerza de la historia que nos han narrado.
Consideramos que si en el tema que estamos tratando en este blog tenemos alguna posibilidad de hacer algo es porque hablamos de trabajar con emociones y comprenderlas mejor nos puede ayudar bastante.

Pondremos algunas críticas sobre la pelicula tanto negativas como positivas:

martes, 2 de octubre de 2012

"Psicología Aplicada a Crisis, Desastres y Catástrofes" UNED




ISBN: 978-84-933486-6-3 
Autor: Ramos Alvarez, Rodolfo (Coord.) 
Fecha de edición: 01/05/2006 
Encuadernación: Rústica 
Idioma: Español 
Páginas: 380 
PVP 20,00€ 





Las catástrofes y los fenómenos naturales devastadores, tales como inundaciones, guerras, terremotos, sequías, epidemias, etc., asuelan el mundo desde tiempo inmemorial. Sin embargo, en estas situaciones la preocupación se orienta a salvar vidas humanas mas que a la atención psicológica de urgencia. No obstante, son varias las razones que empujan a considerar la intervención psicológica en situaciones de catástrofes y desastres no sólo como un aspecto relevante sino necesario. 

Índice: Estado actual de la intervención psicológica en desastres.- La empresa privada en la intervención psicológica en desastres: ICAS.- Reacciones conductuales y cognitivas en una catástrofe.- La incertidumbre frente a la continuidad.- Psicopatología relacionada con una catástrofe.- Triage psicológico en situaciones criticas con múltiples afectados.- Técnicas de intervención psicológica en una catástrofe.- El apoyo psicológico al personal interviniente.- La IPC en contextos multiculturales: el ejemplo de Melilla.- La intervención psicológica en desastres con niños.- Actividades de prevención y tratamiento para la escuela.- Atención inicial durante el proceso de duelo.- Reflexiones sobre la muerte y el acto de morir.

lunes, 1 de octubre de 2012

Ejemplo de Guión para la radio sobre intervención psicológica en catastrofes

Muy bien, ya era hora que nos pusiéramos las pilas con el trabajo en este blog. Nos han afectado a todos las recientes inundaciones y como podéis ver incluso yendo algo por detrás de los acontecimientos algo de calidad si que hemos encontrado.
El hecho es que siempre vamos a remolque de los acontecimientos, más que nada porque no hemos hecho una buena planificación de acontecimientos que puedan ocurrir para ofreceros por adelantado, pero supongo que cuando llevemos varios años de publicación esto se ira solucionando en parte.
Su autor es José Ángel López Fernández y elaboro y puso este material en la página web del COP Nos vamos a poner en contacto con él por si no le parece bien que lo compartamos a través de nuestro blog. De todas formas me parece que la idea de trabajar a traves de programas de radio es muy adecuada en este tipo de catástrofes.


lunes, 24 de septiembre de 2012

lunes, 10 de septiembre de 2012

Una psicóloga ayuda a los compañeros de Ruth Bretón en su vuelta a clase

Fuente original: Agencia EFE.

Una psicóloga de la Delegación Provincial de Educación de la Junta de Andalucía presta apoyo psicológico a la comunidad educativa del Colegio Público García Lorca de Huelva, donde estaba matriculada Ruth Bretón y tendría que haber ido por primera vez su hermano José, que hoy cumpliría 3 años. 

La presencia de una psicóloga de apoyo para los niños del colegio de Ruth y José Bretón, los niños desaparecidos en Córdoba hace casi un año, obedece, según ha explicado el director del centro, José Romero, a la petición realizada por el propio colegio que pretende hacer la vuelta a clase de los compañeros de Ruth Bretón "lo menos traumática posible". 
Ha precisado que la mañana ha sido "muy dura para todos" y ha trasladado a Ruth Ortiz, madre de los dos menores, "todo el apoyo y la solidaridad" de la comunidad educativa. 
Romero ha señalado que desde el centro, con ayuda de la profesional, se ha optado por "normalizar la situación y contarles a los niños la verdad, no de forma brusca, pero sí que conozcan lo que ha pasado para no crear en ellos falsas expectativas sobre una posible vuelta de la niña". 
Asimismo, ha indicado que la labor de la psicóloga no se centrará únicamente en los menores ya que está previsto que la próxima semana se celebre una reunión con los padres al objeto de que "ellos continúen con la labor que se va a realizar en la clase" para que "lleven lo mejor posible esta situación". 
La psicóloga que se ha trasladado al centro pertenece al equipo de Orientación Externa y su labor viene a sumarse a la que ya desde la semana pasada ha realizado un especialista del equipo técnico de atención temprana en la escuela infantil Clarines II, a la que acudía el pasado curso el pequeño José Bretón. 
Desde la Delegación de Educación se ha recordado que ya el pasado año se ofreció este servicio a los colegios "todas las veces que lo demandaron desde la dirección" y que la Junta de Andalucía "está dispuesta a colaborar en todo lo que necesiten estos centros escolares tras la trágica situación".

martes, 21 de agosto de 2012

La mente de un pirómano

Incendio de la Gomera. EFE.
Los pirómanos sufren un trastorno del control de los impulsos que les lleva a una conducta repetitiva de provocar incendios, sin motivo aparente, por una atracción desmedida hacia el fuego; es una enfermedad mental que, en sentido estricto, sólo la padece el 3 % de los que inician los fuegos deliberadamente. 
La piromanía es un transtorno mental que requiere un tratamiento psicológico y psiquiátrico, tal y como apuntan los doctores Manuel Martín Carrasco -secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEPSIQ) y director del Instituto de Investigaciones Psiquiátricas- y José Gil-Martínez, psicólogo clínico y profesor de la Facultad de Psicología de Valencia. 
Son dos expertos en el tema que coinciden en las características esenciales de este transtorno: la presencia de una conducta reiterada de prender fuego, la fascinación en la contemplación de este fenómeno, el intenso interés por todos los elementos que le rodean, un aumento de la tensión antes de producirlo y alivio emocional una vez realizado. 
Se trata de un transtorno "relativamente poco frecuente", según Martín Carrasco, que incide en ese "mínimo porcentaje de personas que padecen piromanía en sentido estricto" dentro de las que inician fuego deliberadamente, el 3 %. 
Gil-Martínez también considera que la prevalencia es escasa y que en España se estima que no hay más de cien personas que sufran este transtorno y con diferentes grados. "Muy pocos incendios forestales son provocados en el país por pirómanos. La cifra es menos de un uno por ciento", precisa. 

¿Como inician el fuego? 

Según el experto en psiquiatría, lo hacen habitualmente de una forma poco organizada o apresurada y, con frecuencia, también promueven falsas alarmas. 
En el momento de iniciar el fuego, según declaran las propias personas que sufren el transtorno, se encuentran en un estado de "conciencia alterado, como de trance", aunque los psiquiatras matizan que "son conscientes de lo que hacen y no dan importancia a los daños personales o materiales que puedan causar". 
Muchos se mantienen en las cercanías del fuego e incluso participan en las tareas de extinción o de búsqueda del culpable y cuando son detenidos se muestran colaboradores y, rápidamente, admiten sus hechos, aunque no sienten remordimiento o culpa por ello. No es raro que incluso se entreguen, según Martín Carrasco. 

Perfil del pirómano 

El perfil del pirómano es un varón joven, con una historia personal de frustraciones y desajustes emocionales, mal rendimiento escolar y profesional, y frecuentemente con otros trastornos psiquiátricos o defectos físicos. La conducta pirómana sirve como un alivio a situaciones de vacío existencial, aburrimiento, frustración, rabia o deseo de protagonismo y es frecuente, según este especialista, el uso de alcohol u otros tóxicos que, con frecuencia, actúa como desencadenante del comportamiento alterado. 
Gil-Martínez también coincide en que a este transtorno, que se va consolidando desde la infancia, se le une generalmente un cociente intelectual bajo y una personalidad aislada y poco sociable con dificultades para el aprendizaje. 
Algunos de ellos llegan a mostrarse indiferentes aunque el daño realizado haya significado la muerte de una persona, según el psicólogo, que indica que algunos de ellos buscan relacionarse con el departamento de bomberos, al que no pueden acceder debido a sus problemas intelectuales. De ahí que en ocasiones "se hacen voluntarios", argumenta. 
Los psiquiatras creen necesario distinguir la piromanía en sentido estricto de los comportamientos incendiarios de personas con enfermedad mental, como esquizofrenia, trastorno bipolar o depresión, y de las conductas pirómanas de sujetos con trastorno antisocial de personalidad, en los que prima sobre todo "el afán de destruir y el sentimiento de omnipotencia asociado". 
También de otros casos de personas con enfermedad de alzheimer u otra demencia que pueden iniciar un fuego de forma accidental. En cada caso hay que establecer el tratamiento adecuado y el de la piromanía, según los especialistas, es "de tipo holístico, y se basa en el estudio psicopatológico individual". 
Un tratamiento que incluye medidas farmacológicas, ya que cada vez se conocen mejor los mecanismos neurobiológicos de control de los impulsos, y también psicoterapéuticas, como las terapias de grupo o las de tipo cognitivo conductual. Los tratamientos son a largo plazo y en un porcentaje alto de casos, alrededor del 60 %, se produce una mejoría significativa.

lunes, 9 de julio de 2012

Los psicólogos en las catástrofes: ¿Son necesarios?

En los últimos desastres naturales que han afectado el mundo las noticias no pasan por alto que, junto a la ayuda internacional que lleva agua y comida, existe un grupo de psicólogos que se moviliza para prestar su ayuda. Pero… ¿nos hemos preguntado si realmente son necesarios? 
Un artículo recientemente publicado en el Time aborda este tema afirmando que en la actualidad creemos que la asistencia psicológica es tan importante como las medicinas o la comida y es que somos víctimas (incluso los propios profesionales de la psiquis) de un cliché: “las personas que han vivido una tragedia necesitan hablar en aras de no desarrollar posteriormente un trauma”. 
La realidad es que, aunque todas las personas se encuentran confundidas y muy tensas después de haber vivido una catástrofe, los datos muestran que entre el 70 y el 80% de ellas será suficientemente resilientes y no presentará problemas mentales con posterioridad por lo que no necesitan la ayuda de psicólogos o psiquiatras. 
Se supone que estas legiones de consejeros deben crear grupos donde se realicen sesiones en las cuales las personas deben hablar de lo sucedido de forma que la ventilación del evento y sus emociones previene futuros problemas psicológicos. Sin embargo, estudios recientes demuestran que este tipo de tratamiento es más inútil de lo que se pensaba, sobre todo si se realiza en grupo, e incluso puede contribuir a desarrollar trastornos psíquicos. 
En este sentido Mark Seery, profesor de la Universidad de Buffalo, se dedicó a investigar si realmente ventilar las emociones después de un trauma tiene efectos positivos sobre la salud mental. Para lograr su objetivo trabajó con 2.138 personas que vivieron el atentado del 11 de septiembre en Nueva York a los cuales les dio seguimiento por un periodo de dos años. 
De estas personas, 1.559 decidieron compartir sus emociones mientras que 579 optaron por el silencio. Los resultados no dejaron lugar a dudas: mientras antes las personas hablaban de lo ocurrido y ventilaban sus emociones, más posibilidades tenían de desarrollar estrés postraumático. 

¿Por qué ventilar las emociones no siempre es la mejor opción? 

Una de las hipótesis más aceptadas en la comunidad científica se refiere a que los grupos creados para ventilar las emociones después de una catástrofe realmente se convierten en una caldero a presión. Es decir, estos grupos están conformados por decenas de personas con elevados niveles de ansiedad por lo que al final es más probable que en vez de disminuir los niveles de tensión, estos se expandan y aumentan. 
Así, en la actualidad los psicólogos están repensando su papel ante las situaciones de crisis ya que en estos momentos la víctima de un desastre no desea descubrir y explorar sus emociones sino que le brinden un sitio seguro y encontrar a sus familiares. Y es que cuando nos enfrentamos a problemas de esta envergadura, nuestro sentido más práctico aflora y resolver nuestras necesidades más básicas es lo que nos brinda más satisfacción. 
Ante estos hechos irrefutables, hoy muchos profesionales de la psiquis que se trasladan a los lugares donde ha ocurrido una catástrofe, están abandonando la vieja idea de que todas las personas necesitan ventilar sus emociones y están optando por centrarse en disminuir la tensión emocional, brindar sensación se seguridad y facilitar el contacto entre las personas más cercanas. 

Fuentes: 

  • Szalavitz, M. (2011, Marzo) Tending to Japan's Psychological Scars: What Hurts, What Helps. En: Time
  • Seery, M. D. et al. (2008) Expressing Thoughts and Feelings Following a Collective Trauma: Immediate Responses to 9/11 Predict Negative Outcomes in a National Sample. Journal of Consulting and Clinical Psychology; 76(4):657-67. 


Escrito por Jennifer para Rincón de la Psicología

miércoles, 4 de julio de 2012

La psicología se incorpora a la Unidad Militar de Emergencias de las FAS – Entrevista con el Jefe de Psicología de la UME

Rafael Blázquez
Días atrás, diversos medios de comunicación se hacían eco de la próxima incorporación de cinco psicólogos para la plantilla de reservistas voluntarios de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Concretamente, se quiere contar con profesionales de la Psicología, junto a otras disciplinas, para la campaña de la lucha contra los incendios forestales. 
La UME es una unidad especializada de las Fuerzas Armadas (FAS), cuyo objetivo es intervenir de manera rápida y eficiente en cualquier lugar del territorio nacional en casos de emergencias de considerable envergadura. 
Infocop Online se ha interesado por el trabajo que se realiza en esta unidad y el papel que psicólogos y psicólogas pueden desempeñar en la misma, y ha entrevistado para sus lectores al Comandante psicólogo Rafael Blázquez de la Paz, Jefe de Psicología de la UME. 
El Comandante Blázquez es Psicólogo Especialista en Psicología Clínica, del Trabajo, de la Educación y Diplomado Superior en Psicología Militar y en Intervención en Crisis, Catástrofes y Emergencias. Lleva dedicado a la Psicología Militar en las Fuerzas Armadas desde el año 1979 y fue uno de los pioneros del 4º Escalón del Servicio de Psicología de las FAS. Rafael Blázquez 
El 4º Escalón comenzó su andadura, dependiendo de la Subsecretaría de Defensa, con la misión, entre otras, de coordinar al resto de Escalones, Centros Regionales y Gabinetes de Psicología de los tres ejércitos y de la Guardia Civil; en un momento en el que la Psicología no era todavía una Especialidad Fundamental dentro de las FAS como ya lo eran, por ejemplo, Medicina, Farmacia o Veterinaria. Más bien, se trataba de una disciplina complementaria. 
En aquellos primeros momentos, debido a esta organización, se podía ser a la vez infante de Marina y psicólogo, de Artillería y psicólogo, etc. Esta doble dependencia daba lugar a conflictos de rol en ciertas ocasiones y por tal motivo, se planteó la necesidad de crear una especialidad fundamental de Psicología, que pudiera resolver estos problemas. Y es a partir de 1999 que la Psicología se constituye como Especialidad fundamental y se incorpora dentro del Cuerpo Militar de Sanidad. 

ENTREVISTA 

Infocop: En primer lugar, nos gustaría que explicara para nuestros lectores y lectoras qué es la Unidad Militar de Emergencias (UME) y cuál es su organización y funcionamiento dentro del cuerpo de las Fuerzas Armadas (FAS). 

Rafael Blázquez: La Unidad Militar de Emergencias fue creada por acuerdo del Consejo de Ministros del 7 de octubre de 2005 y está previsto que en Diciembre de 2008 esté operativa al 100%, con un total de 3.987 militares de los tres Ejércitos y Cuerpos Comunes, repartidos por todo el territorio nacional para intervenir en situaciones de grave riesgo, catástrofe, calamidad y otras necesidades públicas, en estrecha colaboración con las instituciones del Estado y las Administraciones Públicas. Su misión principal es contribuir a la seguridad y el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas y preservar el medio ambiente. En definitiva, la UME ha nacido, tal y como reza su lema, Para servir. 
Para ello, esta Fuerza Conjunta, con estructura y naturaleza militar, cuenta con medios materiales y humanos, especialmente adaptados para lograr la máxima operatividad y eficacia en el menor tiempo posible (autobombas, camiones de transporte, vehículos ligeros, maquinaria pesada, cuñas quitanieves, sistemas de comunicaciones de vanguardia, equipos de detección y descontaminación, potabilizadoras de agua, aviones anfibios, helicópteros, perros adiestrados, etc.).
Esta unidad depende orgánicamente del Ministro de Defensa y operativamente del Jefe del Estado Mayor de la Defensa, con dependencias funcionales del Secretario de Estado de Defensa, el Subsecretario y el Secretario General de Política de Defensa, en el ámbito de sus competencias.
Para que los lectores y lectoras de esta publicación se puedan hacer una idea general de la forma de proceder de esta unidad, podría resumir el protocolo de intervención de la siguiente manera: una Comunidad Autónoma solicita la intervención de la UME al Ministerio del Interior, éste, si lo estima conveniente, traslada la solicitud al Ministerio de Defensa, desde donde se ordena la intervención a la UME.
Si la emergencia es de interés nacional (que se denomina de nivel 3), dirige y controla operativamente todas las acciones el General Jefe de la UME, bajo la dependencia del Ministro de Interior. En caso de que la emergencia no se considere de interés nacional, que será lo más habitual, la intervención se lleva a cabo de acuerdo con la normativa de Protección Civil en el ámbito de la Comunidad Autónoma respectiva. Asimismo, como unidad de primera intervención en emergencias, la UME podrá movilizar y emplear medios materiales y humanos de las FAS, si así se requiriera.
Aunque en principio su ámbito de actuación es nacional, no se excluye la posibilidad de intervenir fuera del territorio nacional en operaciones de emergencia o humanitarias, si fuera necesario, a criterio del Presidente del Gobierno. Para más información, el lector puede acceder a www.mde.es/ume/. 

I.: ¿En qué consiste exactamente la figura del reservista voluntario en las FAS y cuáles son sus cometidos principales?

R. B.: Un reservista voluntario es una persona que desea aportar, de forma voluntaria y temporalmente, sus capacidades, habilidades y conocimientos, en las diferentes misiones que llevan a cabo nuestras Fuerzas Armadas, en el cumplimiento de la función que la Constitución les asigna y como respuesta a los compromisos asumidos por el Gobierno.
Puede elegir el Ejército o Cuerpo Común con el que desea colaborar y el período de tiempo que desea dedicar, en función de su disponibilidad y el grado de compromiso que esté dispuesto a asumir, que en principio será de 2 a 3 años, siendo posible renovar su compromiso, siempre y cuando no se supere los 61 años para Oficiales y Suboficiales y 58 años para la Tropa y Marinería.
Así mismo, deberá dedicar un determinado tiempo al año, que puede ir desde una semana (para cursos de reciclaje y perfeccionamiento) hasta un mes (para cursos de formación básica militar o específica). El tiempo de activación para prestar servicio en Unidades, Centros u Organismos del Ministerio de Defensa, en función de las preferencias que haya manifestado en cuanto a áreas de trabajo y cometidos o tareas a desempeñar, su disponibilidad y las necesidades de las FAS, será de al menos un mes al año. 

I.: Somos conocedores de la reciente incorporación de la figura del psicólogo dentro de la plantilla de reservistas voluntarios para prestar servicio en la Unidad Militar de Emergencias. ¿A qué se debe esta incorporación? ¿Qué necesidades se quieren cubrir? 

R. B.: En efecto, en enero de 2008 se aprobó la incorporación de 64 reservistas voluntarios para la UME, de los cuales, cinco plazas estarán destinadas a oficiales psicólogos. Una vez superado el período de formación específica, estos reservistas psicólogos serán activados por un período máximo de cuatro meses, correspondientes fundamentalmente a la Campaña Contra Incendios.
El objetivo principal es que puedan prestar asistencia y apoyo psicológico al personal militar de la UME en general y, especialmente, a los efectivos desplegados para intervenir en las operaciones de extinción y rescate que se lleven a cabo en cada uno de los cinco Batallones de Intervención que la integran, así como a los familiares de las personas afectadas, en caso de que sea necesario.
Además, y de manera puntual, atenderán a cualquier otra víctima o afectado en el escenario de la catástrofe o emergencia de que se trate, o a través de los dispositivos de atención psicosocial que se pudieran constituir, en estrecha colaboración, si fuera requerida su presencia, con los servicios de emergencia de las Comunidades Autónomas, Protección Civil, etc.
Así mismo, se les podrán encomendar otras tareas relacionadas con el asesoramiento psicológico al Mando en materia de Psicología general y de Psicología aplicada al medio militar, así como sobre las estrategias de intervención psicológica en catástrofes y emergencias. Todo ello bajo la supervisión y dirección del Cuartel General de la Unidad en Torrejón, en el que nos encontramos actualmente dos psicólogos en plantilla, el Capitán Eduardo Samper Lucena y yo mismo como Comandante Jefe de Psicología. 

I.: ¿Le gustaría añadir alguna otra cuestión para nuestros lectores y lectoras?  

R. B.: Simplemente, espero que esta entrevista haya servido para aclarar algunas ideas a las personas que leen Infocop sobre nuestra labor dentro de las fuerzas armadas y quedo a vuestra entera disposición en la UME, como reza nuestro lema, Para servir. 
Envío desde aquí un cordial saludo a todos los profesionales y estudiantes de Psicología, que representan el futuro de esta profesión, animándoles a conocer este campo de actuación de la Psicología relacionado con la intervención en catástrofes, desastres y emergencias.

Riesgos para la salud ocasionados por el humo y la contaminación


La conducta humana en los incendios



Modelo general de comportamiento en incendios (Canter, Breaux y Sime, 1990)


Fernando Talayero, Juan Ignacio Aragonés. 
 Facultad de Psicología. Universidad Complutense de Madrid.

 Este artículo trata de dar una panorámica general de los hallazgos sobre las conductas manifestadas durante el incendio en un edificio, prestando una especial atención a la conducta de huida, evacuación y al papel de las alarmas asociado a estas conductas. Asímismo, se describe un modelo general del comportamiento en los incendios indicándose, a partir de éste, las posibles líneas de investigación y la necesidad de integrar los descubrimientos de este área en los campos de acción de los responsables de la seguridad contra incendios.

This paper presents a general picture of the findings on human behaviour in building fires, paying special attention on escape behaviour, evacuation and the associated role of alarms. In relation to this, a general model of behaviour in fires is presented as well as some possible themes for research and the need for this findings to be considered by the responsibles of the fire safety field. 

Correspondencia: Juan Ignacio Aragonés. Facultad de Psicología. 
Universidad Complutense. 28223 Madrid. E_mail: pssoc01@sis.ucm.es

El problema del control de los incendios en edificios así como la reducción de sus consecuencias perjudiciales ha sido tratado tradicionalmente como un problema propio del campo de la ingeniería y, más recientemente, de la disciplina de la ingeniería de seguridad contra incendios.
En este sentido, la sofisticación de la lucha contra incendios ha ido acompañada de grandes avances en el desarrollo de distintas soluciones tecnológicas como pueden ser la provisión de vías de evacuación en los edificios, el uso de materiales resistentes al fuego o la instalación de detectores y sistemas de alarma de incendios. Sin embargo, se sabe muy poco sobre el componente humano de los incendios y el conocimiento que se ha obtenido ha sido a través de fuentes de información muy variadas entre las que destacan el "sentido común", la experiencia personal, las noticias de los medios de comunicación y las investigaciones judiciales u otros tipos de investigación oficial. Este tipo de información tiene grandes deficiencias ya que depende de la experiencia particular y de las habilidades de los individuos implicados y, lo que es más importante, no proporciona la base para un marco de conocimientos claramente articulado y acumulativo, debido a que se obtiene a partir de incendios importantes que no son los más frecuentes (Canter, 1990). El conocimiento que han aportado ha dado como resultado un estereotipo de conducta irracional o de "pánico" que ha influido en las normativas de seguridad contra incendios, estableciendo la obligatoriedad de nuevas soluciones tecnológicas basadas en dicho estereotipo. El alto coste de las cada vez más sofisticadas soluciones aportadas por la ingeniería, ha provocado la exploración de otro tipo de medidas menos costosas relacionadas con el componente humano, como pueden ser la mejora de la formación, la educación y la organización contra incendios. Es en este contexto cuando, a principios de los setenta, las ciencias sociales empiezan a abordar el estudio sistemático de la conducta humana en los incendios.

 LAS ÁREAS TEMÁTICAS DEL COMPONENTE HUMANO EN LOS INCENDIOS 

A diferencia de los estudios sobre el aspecto físico del incendio, la investigación dirigida al componente humano ha sido muy escasa. En la revisión que hace Canter (1990) de los estudios más relevantes realizados en Estados Unidos e Inglaterra sobre incendios ocurridos en los años 60 y 70 puede apreciarse los diferentes tipos de actividad humana que se abordan. Sin embargo, este autor distingue tres temas fundamentales que suelen tratarse con frecuencia:
  1.  El componente humano en la causa de los incendios. Estos trabajos se han orientado fundamentalmente al estudio de los incendios provocados por el hombre bien sea para la obtención de beneficios económicos o como un acto de vandalismo, así como los incendios provocados por niños y adolescentes (Vreeland y Levin, 1990; Kafry, 1990). 
  2. Los modelos de la primera respuesta al incendio. Estos estudios pretenden establecer los modelos correspondientes a las secuencias de acción conductual que se dan en los primeros momentos del incendio. Existe un acuerdo general entre los investigadores a la hora de dividir estas acciones en dos etapas: el reconocimiento del incendio y las acciones ejecutadas antes de la evacuación.
  3. Los procesos de huida y evacuación durante un incendio. Estos estudios se centran en la conducta de los sujetos desde el momento en que han tomado la decisión de evacuar hasta que salen del lugar del incendio. 
Finalmente, y a otro nivel de análisis, existen una serie de estudios dedicados a la frecuencia, impacto y efecto de los incendios sobre el individuo y la sociedad. Los estudios que tratan este tema abordan aspectos tales como la frecuencia y tipo de incendios que se producen, la influencia de éstos en la normativa, el impacto de los medios de comunicación en el público, y los factores culturales detectados mediante estudios comparativos a nivel internacional (Appleton, 1990).
El objeto de esta revisión es presentar una panorámica de algunas investigaciones relevantes sobre las conductas en el momento del incendio, con el fin de ilustrar el estado actual de los desarrollos que hacen referencia a las primeras respuestas y a la conducta de evacuación. No se prestará atención, en este caso, a los temas sobre el componente humano como causa de los incendios ni a la frecuencia e impacto que tienen sobre el individuo y la sociedad, a pesar del interés que han suscitado en este área de investigación.

LA INVESTIGACIÓN DE LA CONDUCTA EN INCENDIOS 

El análisis de la conducta durante el desarrollo del incendio se ha realizado desde diferentes aproximaciones. Los estudios abordan la conducta en general, desde el reconocimiento del incendio hasta la evacuación del edificio, configurando la conducta de huída y de evacuación un tema específico que ha merecido el tratamiento monográfico en numerosos trabajos. Los investigadores han prestado atención a toda la gama de conductas que se producen durante el desarrollo de un incendio real.
Los datos sobre estas conductas se han obtenido mediante estudios estadísticos de un gran número de incendios o a través del estudio de casos en profundidad de un incendio en particular. En un primer momento los estudios eran de tipo descriptivo (qué se ha hecho, con qué frecuencia, quién lo ha hecho y en qué orden) para pasar a estudios más analíticos, que se centraron en obtener modelos típicos de conducta o relacionar la conducta y el desarrollo del incendio en una secuencia temporal. 
Los primeras investigaciones en este área consistieron en estudios estadísticos descriptivos sobre incendios reales, planteándose como objetivo fundamental estudiar todas las conductas ejecutadas durante el incidente. Una característica fundamental de estos trabajos, que los diferencia de otros, es la de que estudian la conducta en general en un gran número de incendios de distinto tipo. Para la recogida de datos utilizan las técnicas de entrevista y cuestionario suministradas en el lugar del incendio por el personal de los servicios de extinción. 
En concreto, tratan de identificar las tres o cinco primeras acciones que se realizan y las diferencias observadas según diversas variables tales como sexo, edad, familiaridad con el edificio, experiencia en incendios o cantidad de humo presente. La mayoría de los incendios estudiados corresponden a incendios en viviendas o edificios residenciales. 
Un estudio descriptivo a gran escala, considerado un hito en este área de investigación, es el realizado en Inglaterra en 1972 por Wood (1990) sobre una muestra de 2.000 personas que se habían visto implicadas en 952 incendios de distinto tipo (viviendas, fábricas, bloques de apartamentos, comercios e instituciones). El objetivo era analizar la conducta en dos niveles: un análisis general de las conductas manifestadas durante todo el suceso y un estudio más específico de las conductas de evacuación y de movimiento a través del humo. Este estudio reveló que en los incendios se dan tres tipos generales de respuesta que, por orden de frecuencia, son: la evacuación, la lucha contra el incendio y avisar a otros ocupantes del edificio o a los bomberos. La mayoría de la conducta tiene que ver exclusivamente con una de las tres categorías o alguna combinación de ellas. La secuencia de acción más frecuente parecía estar dirigida únicamente a un fin: salir del edificio o luchar contra el incendio. En general, hubo muy poca evidencia de conducta irracional o no social, llegándose a concluir que la mayoría de las personas realizaron conductas que podrían considerarse adecuadas a la situación. 
Estos hallazgos sobre la conducta general en un incendio fueron verificados en otra investigación del mismo tipo realizada en Estados Unidos por Bryan (1977). Sin embargo, se hallaron algunas diferencias fundamentales entre ambos estudios en cuanto a las primeras acciones realizadas, entre las que cabe destacar la alta proporción de gente que sale del edificio en el estudio americano y la baja proporción de gente que vuelve a entrar al edificio en el estudio inglés. Estas diferencias fueron atribuidas por Wood a las diferentes características de las muestras recogidas, ya que en el estudio de Bryan la mayoría de la muestra eran mujeres y el tipo de edificios variaba, habiendo un mayor número de incendios residenciales y una baja proporción de incendios industriales. 
El estudio de casos de incendios reales es la estrategia de investigación más utilizada en éste área. Los trabajos realizados mediante este método han proporcionado datos sobre la conducta en incendios en diferentes "tipos de edificios"1, lo cual supone una ventaja fundamental sobre los estudios anteriores. Los "tipos de edificios" estudiados preferentemente han sido viviendas particulares, hospitales, grandes edificios (bloque de apartamentos de gran altura, hoteles, etc.) y edificios públicos (centros comerciales, lugares de entretenimiento, etc.). 
Así, por ejemplo, el estudio de incendios en viviendas ha revelado diferencias de conducta según el sexo. En estos incendios las mujeres tendían a ejecutar, como primeras acciones, el avisar a otros y salir inmediatamente del edificio. Sin embargo, los hombres eran propensos a luchar contra el incendio o minimizar el peligro. 
En los incendios residenciales se ha observado una gran tendencia de las personas a comprobar la existencia del incendio tras haber sido avisadas. En los incendios de hospitales se destacan la importancia de la existencia de una organización disciplinada que permite una transmisión de información muy específica, así como el rol que ejerce el personal respecto a los ocupantes, cuyas características particulares causan una mayor frecuencia de las acciones de ayuda. 
Los incendios en edificios múltiples reflejan una alta frecuencia en las acciones de búsqueda de información y de contactar con otras personas dando y/o recibiendo ayuda. 
Finalmente, los incendios en edificios públicos han mostrado que la mayoría de la gente se comporta de forma adecuada aunque se ha detectado la existencia de conductas inapropiadas como la errónea interpretación de la situación y la demora en responder a los primeros avisos sobre la existencia del incendio. En este tipo de edificios se han detectado, además, factores diferenciales como la importancia de los "ayudantes no oficiales" (non oficial helpers) en la gestión del incendio antes de la llegada de las organizaciones de emergencia (Cortés, 1995). Aunque cada tipo de edificio da lugar a un modelo de conducta en incendios característico, se han encontrado tendencias generales entre ellos que permiten establecer un modelo general de conducta humana en los incendios que se presenta más adelante. 

El estudio de la conducta de huida y la evacuacion 


Existen una serie de estudios dedicados específicamente a la conducta de huida y evacuación del edificio, probablemente debido a la gran atención que las normativas sobre incendios prestan a esta fase del suceso, estableciendo en sus disposiciones la obligatoriedad de dotar al edificio de vías de evacuación seguras. 
Se han aplicado dos modelos distintos a la hora de estudiar este tipo de conducta en una situación de incendio en un edificio que se corresponden con las dos aproximaciones dominantes: la ingeniería y las ciencias sociales. Sime (1994) afirma que la ingeniería se basa en el modelo de movimiento humano denominado "ciencia física", el cual asume que en una situación extrema de posible entrampamiento la gente se comporta de manera irracional exhibiendo conductas de pánico y compitiendo por el acceso a la salida. Este es el modelo predominante en las normativas de incendios. Por otro lado, la ciencias sociales han elaborado el modelo de comportamiento denominado "ciencia social", el cual considera que la gente se comporta de manera activa y racional, pensando y actuando según la información de que dispone e influida por factores sociales como los de factores de grupo (conocidos-extraños) o el rol que se desempeña en el edificio (empleado-público). 
La metodología que se ha utilizado en este área de estudio han sido los experimentos de laboratorio, las investigaciones de simulacros de evacuación, las simulaciones por ordenador y los estudios estadísticos y estudios de casos de incendios reales. 
Aunque los experimentos de laboratorio han sido criticados por su escasa validez ecológica, resulta de interés presentarlos brevemente en estas páginas a fin de ilustrar este tipo de investigación. 
Un ejemplo de experimento de laboratorio son los de simulación de incendio, denominados como "sala de espera", en los que los sujetos están en una habitación en la que se introduce humo. Así, el experimento clásico realizado por Latane y Darley (1968) demostró que la presencia de otras personas influye en la percepción y respuesta del sujeto al peligro. En este caso, como bien se sabe, el sujeto permanecía en una sala de espera en la que se introducía humo. Si estaba solo informaba antes sobre el peligro que si estaba estaba acompañado por dos o más colaboradores cómplices del experimentador que fingían no percatarse de la situación. 
Por otro lado, las investigaciones de simulacros de evacuación de edificios se han interesado por la relación entre las personas, el tiempo empleado en evacuar el edificio y la seguridad estructural del mísmo, en especial, el flujo de personas que permite evacuar una determinada anchura de las escaleras. Los simulacros de evacuación se utilizan para entrenar a las personas en situaciones de emergencia y evaluar la efectividad del plan operativo de emergencia implementado. Sin embargo, algunos autores los han utilizado con fines de investigación, bajo la creencia de que existe la suficiente similaridad entre un simulacro y una emergencia real como para que los hallazgos del primero puedan servir para conocer lo que pasa en el segundo (Pauls y Jones, 1990). Así por ejemplo, estos autores realizaron un estudio en el que llevaron a cabo la evacuación de dos edificios de oficinas de dos formas distintas: la evacuación total (evacuación de todas las plantas al mismo tiempo) y la evacuación selectiva y secuencial (se empieza por evacuar la planta del supuesto incendio y posteriormente las demás). Concluyeron que la normativa tradicional sobre la geometría de las salidas tiene una limitada importancia en comparación a determinados aspectos humanos: los sistemas de comunicación, los procedimientos operativos de evacuación y la formación de los sujetos. 
Se han creado modelos de ordenador que simulan la extensión del humo y las llamas y los patrones de conducta de huida que asumen en relación a los planos de los pisos y de las vías de evacuación. Así por ejemplo, el modelo EXIT89 para edificios de gran altura calcula la ruta más corta desde cualquier lugar del edificio a un lugar seguro (normalmente la calle), simula el movimiento de la gente por cualquier ruta definida y, si está bloqueada por el humo, su movimiento por rutas alternativas que lleven a la salida. Estos cálculos son realizados por el programa a partir de la introducción de datos relativos a la geometría del edificio, el número de ocupantes y su localización y la extensión del humo (Fahy, 1994). 
Estos modelos se han utilizado para la evaluación del riesgo de incendio y de la seguridad de las personas en los planos del edificio en fase de diseño. Las simulaciones por ordenador están más influidas por el modelo de "ciencia física" que por el de "ciencia social". 
En cuanto a los estudios estadísticos y los estudios de casos de incendios reales mencionados en el apartado anterior únicamente destacar que, aunque han tratado de alguna forma el problema de la evacuación, no lo han estudiado en profundidad por lo que los hallazgos han sido meramente descriptivos. 
Un aspecto de la evacuación al que se ha prestado una especial atención es el de la información proporcionada al público a la hora de evacuar un edificio, lo que ha merecido el estudio específico de aspectos relacionados como el papel de las alarmas y los mensajes de evacuación. En este sentido, Tong y Canter (1985) estudiaron mediante la técnica de entrevista la efectividad de las alarmas de incendio y las alarmas informativas, es decir, las que transmiten, además de la señal sonora, mensajes informativos sobre el peligro, su localización y las conducta a realizar en una pantalla de cristal líquido incorporada (Pigott, 1982). Concluyeron que, en general, existen importantes deficiencias en las alarmas de incendio, como son la dificultad de diferenciarlas de otro tipo de alarmas, el error cometido al no identificarlas con un incendio real y el hecho de que no proporcionan información para ayudar a las personas a enfrentarse al suceso. El estudio de las alarmas informativas les llevó a concluir que éstas mejoran la respuesta de las personas a las alarmas, especialmente si la información que proporcionan clarifica el significado de la alarma, motiva una respuesta inmediata y orienta las conductas adecuadas que los sujetos deben realizar. 
Otra forma de informar al público sobre un peligro es mediante la transmisión de mensajes por los sistemas de megafonía del edificio. En una investigación realizada por Proulx y Sime (1991) se procedió a la evacuación de una estación de metro proporcionando información al público de cinco maneras distintas. Los resultados destacaron la importancia de transmitir por megafonía mensajes directivos al público mediante los que se proporcione información sobre el peligro, las conductas a realizar y las razones de dichas conductas. El uso de este tipo de mensajes dio como resultado una evacuación con éxito, al provocar una evacuación más rápida y con una mayor ejecución de conductas adecuadas. 
La importancia de la información proporcionada al público es destacada por el modelo de estrés en incendios de Pruolx (1993) en el que se definen los diferentes estados emocionales que los individuos experimentan en situaciones de emergencia por incendio, en concreto, los estados de control, incertidumbre, miedo, preocupación y confusión. El modelo se desarrolla en base a los conocimientos aportados por la literatura sobre los procesos cognitivos del procesamiento de la información, toma de decisión y solución de problemas. Consta de cinco fases cuyo desarrollo lleva paralelo un aumento progresivo del nivel de estrés y del procesamiento de información ambigua sobre el incendio. En la primera fase la percepción de información ambigua sobre el incendio hace que la persona desarrolle estrategias defensivas de evitación, negando o minimizando la importancia de dicha información, lo que provoca un estado emocional momentáneo de control de la situación. En la siguiente fase, la continuada percepción de información ambigua genera el estado emocional de incertidumbre lo que provocará los primeros sentimientos de estrés. En la tercera fase, la nueva información ambigua incrementará la incertidumbre y el estrés. Al interpretarse la situación como peligrosa, se producirán sentimientos de miedo, que provocarán una búsqueda de más información, produciéndose una sobrecarga que dificulta la toma de decisión. En la cuarta fase, el nivel de estrés hará que se procese información irrelevante para la toma de decisión, provocándose un estado de preocupación. Esta información irrelevante consiste en la percepción del propio miedo, incertidumbre sobre cómo actuar, dificultades en interpretar la situación y otros aspectos relacionados con el enfrentamiento al incendio. Finalmente, ante la sobrecarga de información, se produce un esfuerzo mental para solucionar el problema, dando como resultado un sentimiento de cansancio e incompetencia que provoca un estado de confusión. 
Este modelo confirma la idea de que debe proporcionarse información clara y precisa a los sujetos sobre el incendio con el fin de ayudar a interpretar la situación, motivando la conducta de evacuación, reducir el estres y ayudar en los procesos de solución del problema y toma de decisión. 

UN MODELO GENERAL DE CONDUCTA HUMANA EN INCENDIOS 

A pesar de que las circunstancias de cada incendio son únicas y los diferentes "tipos de edificios" condicionan los patrones de conducta relizados, existen una serie de conductas que se mantienen constantes independientemente del suceso. Canter et al. (1990) desarrolla un modelo general de conducta humana en los incendios, en el que distingue tres etapas, que indican los momentos en que se puede producir un cambio en la secuencia de acción: la interpretación, la preparación y el acto. 
  1. Interpretación. Se produce inmediatamente después de la percepción de los indicios iniciales del incendio, siendo posibles las secuencias de acción de malinterpretar (ignorar) o de investigar el significado de dichos indicios. En esta etapa es importante considerar la actividad previa del individuo como un factor predictor de las posteriores acciones así como del tipo de indicios que recibe y la rapidez de reacción ante éstos. La búsqueda de una información más detallada es consecuencia de la ambigüedad de los indicios iniciales de incendio. 
  2. Preparación. Se produce al encontrarse con el humo, tras lo cual se presentan las posibles secuencias de acción de dar instrucciones a otros, explorar la situación o retirarse del lugar. En esta etapa, el rol del sujeto y el "tipo de edificio" en el que se halla juegan un papel importante. 
  3. Actos. La ejecución de los tres posibles actos de la etapa anterior da lugar a las acciones de evacuación, luchar contra el incendio, avisar a otros o esperar ayuda. La ejecución de cualquiera de las posibles acciones está muy condicionada por las anteriores conductas ejecutadas, el rol del individuo, su experiencia en incedios y el tipo de edificio en que se halla. 
El modelo presentado se caracteriza por un aumento progresivo en la variedad de las posibles acciones a medida que se va pasando de una etapa a la siguiente por lo que las acciones se van haciendo menos predecibles en las últimas etapas. En la comparación realizada por Bryan (1983) de varios modelos de comportamiento humano en incendios calificó a éste, junto al de Withey (1962), entre los más válidos, aunque éste último modelaba los procesos internos del individuo en una situación de emergencia, en general, y no se basaba en datos cuantitativos. Sin embargo, el modelo de Canter, al tratar de incorporar las secuencias de acción en directa relación con la conducta en incendios, fue calificado de modelo de sistemas y, al derivar de la extrapolación de los resultados obtenidos en los estudios de casos de incendios reales, presentaba cualidades heurísticas. 

A MODO DE CONCLUSIÓN 


A pesar de la diversidad de enfoques y temas estudiados adoptados en la investigación de la conducta humana en los incendios, se puede concluir que los resultados han proporcionado un cuadro general de dicha conducta que difiere, en gran medida, del estereotipo que tradicionalmente es asumido por el público en general, los expertos, los medios de comunicación y la normativa contra incendios. 
La perspectiva central sobre la conducta humana en los incendios puede resumirse, en palabras de Paulsen (1984, p.16), de la siguiente manera: "A pesar del ambiente altamente estresante, la gente generalmente responde a las emergencias de forma "racional", a menudo de manera altruista, en la medida de lo posible dentro de los límites que imponen las circunstancias del incendio al conocimiento, percepciones y acciones de los individuos. En resumen, el tipo de reacciones "instintivas" y de "pánico" no son habituales. El histórico énfasis que han hecho los medios de comunicación y las normativas suponiendo la existencia de reacciones "instintivas" y de "pánico" es inadecuado y contraproducente". Un trabajo empírico sobre éste último aspecto es el estudio del discurso de las noticias publicadas en la prensa española llevado a cabo por Talayero y Aragonés (1996). 
Además de este descubrimiento general sobre la conducta humana en incendios sería deseable que las investigaciones se encaminen a la validación de las acciones y secuencias de acción del modelo general comentado junto con los factores asociados. 
Así, una de los campos de interés es la investigación de la frecuencia y las causas de la errónea interpretación de los indicios iniciales del incendio, en especial, el papel de los sistemas de alarma como facilitadores de la interpretación de dichos indicios. Otro tema de interés es el papel que juega el rol y el contexto social en las acciones de la etapa de preparación. Finalmente, habrá que prestar atención al estudio de la efectividad de las medidas tecnológicas y de diseño contra incendios aportadas por la ingeniería en relación a los actos de la última etapa. 
Para concluir, sería deseable que los responsables de la seguridad contra incendios en aspectos tales como el diseño de los edificios, la instalación de sistemas de seguridad, la implementación de planes de emergencia y la elaboración de normativas, consideren los resultados aportados por las ciencias sociales y los integren en sus respectivos campos de acción si se quiere optimizar la seguridad de las personas ante los incendios. 

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