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miércoles, 11 de marzo de 2020

Cómo no dejarse llevar por el miedo al coronavirus




Fuente del gráfico: Europa Press


Ante el contexto actual, el Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, a través de su grupo de trabajo de Urgencias y Emergencias, quiere transmitir una serie de pautas dirigidas a la población general y de riesgo, destinadas a promover un afrontamiento psicológico adecuado. 

No obstante, debido a la incertidumbre que ocasionan este tipo de situaciones, debemos prestar atención a los cuidados relacionados con la propia prevención de la transmisión, tales como las medidas de higiene, como a aquellos cuidados que tienen que ver con la salud emocional con la finalidad de reducir en la medida de lo posible situaciones de alarma que afecten a la ciudadanía. 

La evolución de la situación comunicado a través de noticias y advertencias, no siempre se hace de la forma adecuada, bien por falta de rigurosidad, forma de comunicación, o sobredimensión de la misma. Esto puede influir en el estado emocional de las personas, dando lugar a conductas de alerta que se muestran poco eficaces a nivel personal y social. 

A - SI NO ESTÁ AFECTADO POR LA ENFERMEDAD 

Pero está sintiendo una serie de emociones con alta intensidad y/o persistentes como: 
  • Nerviosismo, agitación o tensión, con sensación de peligro inminente, y/o pánico. 
  • No puede dejar de pensar en otra cosa que no sea la enfermedad, o la preocupación por enfermar. 
  • Necesita estar permanentemente viendo y oyendo informaciones sobre este tema. 
  • Tiene dificultad para concentrarse o interesarse por otros asuntos. 
  • Le cuesta desarrollar sus labores cotidianas o realizar su trabajo adecuadamente; el miedo le paraliza y le impide salir a la calle. 
  • Está en estado de alerta, analizando sus sensaciones corporales, e interpretándolas como síntomas de enfermedad, siendo los signos normales habituales. 
  • Le cuesta controlar su preocupación y pregunta persistentemente a sus familiares por su estado de salud, advirtiéndoles de los graves peligros que corren cada vez que salen del domicilio. 
  • Percibe un aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada (hiperventilación), sudoración, temblores sin causa justificada. 
  • Presenta problemas para tener un sueño reparador. 

LE RECOMENDAMOS QUE… 

  1. Identifique pensamientos que puedan generarle malestar. Pensar constantemente en la enfermedad puede hacer que aparezcan o se acentúen síntomas que incrementen su malestar emocional. 
  2. Reconozca sus emociones y acéptelas. Si es necesario, comparta su situación con las personas más cercanas a usted para encontrar la ayuda y el apoyo que necesita. 
  3.  Cuestiónese: busque pruebas de realidad y datos fiables. Conozca los hechos y los datos fiables que ofrecen los medios oficiales y científicos y evite información que no provenga de estas fuentes, evitando información e imágenes alarmistas. 
  4. Informe a sus seres queridos de manera realista. En el caso de menores o personas especialmente vulnerables como ancianos, no les mienta y proporcióneles explicaciones veraces y adaptadas a su nivel de comprensión. 
  5. Evite la sobreinformación, estar permanentemente conectado no le hará estar mejor informado y podría aumentar su sensación de riesgo y nerviosismo innecesariamente. 
  6. Contraste la información que comparta. Si usa redes sociales para informarse, procure hacerlo con fuentes oficiales. 

PAUTAS Y TAREAS DE AUTOCUIDADO. 

  • Mantenga una actitud optimista y objetiva. Es fuerte y capaz. 
  • Lleve a cabo los hábitos adecuados y de higiene y prevención que recomienden las autoridades sanitarias. 
  • Evite hablar permanentemente del tema. 
  •  Apóyese en su familia y amigos. Ayude a su familia y amigos a mantener la calma y a tener un pensamiento adaptativo a cada situación. 
  • Acuda a fuentes oficiales y busque información contrastada por expertos: Ministerio de Sanidad, Colegios Profesionales Sanitarios, Organismos Oficiales, OMS, etc. 
  • No contribuya a dar difusión a bulos y noticias falsas. No alimente su miedo ni el de los demás. 
  • Procure hacer vida normal y continuar con sus rutinas. 
  • Tenga cuidado con las conductas de rechazo, estigma y/o discriminación. El miedo puede hacer que nos comportemos de forma impulsiva, rechazando o discriminando a ciertas personas. 

B - SI PERTENECE A LA POBLACIÓN DE RIESGO SEGÚN INDICAN LAS AUTORIDADES SANITARIAS 

  1. Siga las recomendaciones y medidas de prevención que determinen las autoridades sanitarias. Confíe en ellos porque saben lo que tienen que hacer. Ellos tienen los conocimientos y los medios. 
  2. Infórmese de forma realista y siga las pautas emocionales del apartado A. 
  3. No trivialice su riesgo para intentar evadir la sensación de miedo o aprensión a la enfermedad. 
  4. Tampoco magnifique el riesgo real que tiene. Sea precavido y prudente sin alarmarse. 
  5. Si le recomendaran medidas de aislamiento, tenga presente que es un escenario que puede llevarle a sentir estrés, ansiedad, soledad, frustración, aburrimiento y/o enfado, junto con sentimientos de miedo y desesperanza, cuyos efectos pueden durar o aparecer incluso posteriormente al confinamiento. Trate de mantenerse ocupado y conectado con sus seres queridos. 
  6. Genere una rutina diaria y aproveche para hacer aquellas cosas que le gustan pero que habitualmente por falta de tiempo no puede realizar (leer libros, ver películas, etc.). 

C - SI ESTÁ PADECIENDO LA ENFERMEDAD 

Siga las recomendaciones anteriores y además: 

  1. Maneje sus pensamientos intrusivos. No se ponga en lo peor anticipadamente. 
  2. No se alarme innecesariamente. Sea realista. 
  3. La inmensa mayoría de las personas se están curando. Cuando sienta miedo, apóyese en la experiencia que tiene en situaciones similares. Puede que ahora no lo asocie por tener percepción de mayor gravedad. Piense cuántas enfermedades ha superado en su vida con éxito. 

10 de Marzo de 2020

 

domingo, 29 de marzo de 2015

Intervención Psicológica Inmediata en Catastrofes



INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA INMEDIATA EN CATÁSTROFES 


Por: Ángel Antonio Marcuello García 


1. INTRODUCCIÓN. 

La sociedad actual se encuentra muy sensibilizada por el impacto de las catástrofes. La seguridad de los países más desarrollados se ha visto reiteradamente cuestionada por trágicos acontecimientos, especialmente por la violencia terrorista. Acontecimientos tales como el atentado del 11 de septiembre del año 2001 sobre las Torres Gemelas de Nueva York, del 11 de marzo de 2004 en Madrid, o del 7 de Julio de 2005 en Londres han conmocionado la opinión mundial. Por otro lado, en España, cabe también mencionar otro tipo de desastres, los accidentes aéreos del YAK-42 en mayo de 2003, en el que murieron 62 militares y el accidente de helicóptero de las Fuerzas Armadas del pasado agosto de 2005 con 17 militares fallecidos. 

Ante situaciones de este tipo, no podemos eliminar el dolor que un familiar siente por un ser querido que ha fallecido, pero podemos acompañarlo y ayudarle a atravesar esos momentos amargos, podemos hacerle comprender lo que le está ocurriendo y, sobre todo, escucharlo. No podemos evitar las escenas de dolor, ni las manifestaciones de rabia o indignación, pero podemos canalizarlas y amortiguarlas. El objetivo de este artículo es informar sobre las actividades de intervención psicológica en situaciones de catástrofe. 

2. CRISIS, EMERGENCIA, DESASTRE Y CATÁSTROFE. 

Son conceptos que se utilizan de forma indistinta (así ocurre en este artículo) y que comparten ciertas similitudes. Entre ellas el que implican la pérdida o amenaza de la vida o de la propiedad, además de perturbar el sentido de la comunidad y provocar consecuencias adversas para los supervivientes. Por otro lado, precisan de una intervención no demorable (son urgencias). También comparten el que frente a ellas aparecen reacciones psicológicas similares, el que son imprevisibles y accidentales y, por ello, causan sorpresa, indefensión y desestabilización. A pesar de todas estas similitudes, también existen diferencias de tipo cuantitativo:

  • Emergencia sería la situación que se resuelve con los recursos médicos y asistenciales locales. Ejemplos de emergencias las encontramos en las continuas intervenciones de los servicios sanitarios que cubren accidentes de tráfico. 
  • Más grave es la situación de desastre (sin entrar en los tipos que existen) para los que se necesita una mayor infraestructura y en el que se dan un mayor número de heridos, damnificados y conlleva un mayor coste económico, suponiendo una alarma para la población. 
  • Finalmente se habla de catástrofe refiriéndose a un desastre masivo, con consecuencias destructivas que abarca una mayor extensión, supone un gran esfuerzo humano, material y de coordinación. Las catástrofes, con sus secuelas de horror y sufrimiento, provocan alarma social y suscitan la necesidad de una intervención para remediar, en lo posible, los daños producidos. La intervención, en una situación de catástrofe, requiere un detenido proceso de preparación. Son necesarios equipos (de carácter multidisciplinar), convenientemente formados y entrenados para intervenir en cualquier situación. 

Sin embargo, estas diferencias son muy arbitrarias y atienden sobre todo a aspectos económicos y organizativos. 

3. PLANIFICACIÓN GENERAL DE LA INTERVENCIÓN. 

En primer lugar, se debe planificar el marco general del contexto en el que se realiza la intervención. La planificación deberá reunir una serie de requisitos:

  1. Ser flexible para poder adaptarse diferencialmente a cada situación. No hay dos catástrofes idénticas. 
  2. Incluir una perspectiva evolutiva o temporal. La situación de catástrofe es un proceso dinámico que evoluciona en el tiempo, a veces de forma muy rápida e imprevista. Las medidas de intervención que pueden servir para los primeros momentos pueden no ser útiles, e incluso perjudiciales, en fases posteriores. 

Sobre estos principios básicos, el proceso de planificación debe intentar responder a una serie de cuestiones generales como las que se exponen a continuación:

  1. ¿A quién debe ir dirigida la intervención?. Es decir, la población necesitada de atención psicológica. 
  2. ¿Quién debe realizar las diferentes intervenciones?. Profesionales y equipos que deben realizar las diferentes intervenciones. 
  3. ¿Cuando y dónde se debe intervenir?. Lugar y momento más adecuado para cada tipo de intervención. 
  4. ¿Objetivos de la intervención?. Deben señalarse objetivos, a corto, medio y largo plazo, que deben ser cubiertos por las distintas intervenciones. 
  5. ¿Qué principios debe seguir la intervención?. Es decir, que requisitos debe cumplir. 
  6. ¿Con qué medios se cuenta?. La planificación del proceso dé intervención debe adaptarse a los medios o recursos (personales y materiales) con que se cuenta, así como a las posibilidades de actuación. 

4. LA POBLACIÓN NECESITADA DE ATENCIÓN. 

En principio, cualquier persona involucrada en una catástrofe, incluidos los equipos de socorro y los dirigentes, puede resultar psicológicamente afectada. Nadie es totalmente inmune, por principio, a los efectos de la catástrofe. La mayoría de los involucrados experimentan, en mayor o menor medida, emociones penosas (miedo, temor, inseguridad, incertidumbre, preocupación, pena, dolor, etc.), que son reacciones normalmente esperables en una situación anormal (excepcional) como la catástrofe. Van a precisar una intervención psicológica más específica:

  1. Personas que han sufrido lesiones físicas de consideración o que sin haber sufrido lesiones físicas de importancia hallan resultado psicológicamente muy afectadas por el acontecimiento catastrófico. Precisarán un tratamiento para el alivio de sus síntomas actuales y la prevención de secuelas posteriores. 
  2. Sujetos que necesitan ayuda psicológica para afrontar las dolorosas perdidas sufridas: personas, (compañeros, familiares, amigos... ), materiales (domicilio, enseres), sociales (trabajo, rol social). 
  3. Intervinientes en los equipos de salvamento (sanitarios, bomberos, psicólogos, cuerpos de seguridad...). Todo el personal que interviene en una catástrofe, desde los servicios de rescate, los voluntarios y los propios miembros del equipo psicosocial se ve sometido a un fuerte impacto psicológico, por lo cual es importante que estas personas reciban también el apoyo psicológico que necesiten a través de técnicas grupales que favorezcan la ventilación emocional y faciliten estrategias de afrontamiento de situaciones críticas (debriefing). 

5. EQUIPOS DE INTERVENCIÓN. 

Ante un desastre, como intervención psicosocial, dada la diversidad de necesidades que surgen y que pueden tener un efecto importante en el malestar psicológico (necesidades básicas, de seguridad, de información, de apoyo psicológico...) se plantea una actuación multidisciplinar, es decir, configurar un equipo formado por psicólogos, trabajadores sociales, personal sanitario y otros que pudieran ser necesarios más puntualmente, como por ejemplo, representantes religiosos, traductores, etc. La actuación en este campo requiere un equipo de profesionales diversificado según los distintos niveles de intervención.

  1. Tras el impacto, en el lugar de la catástrofe, los equipos de socorro pueden realizar una importante labor psicológica proporcionando seguridad física, un reconocimiento que permite descartar lesiones físicas graves, abrigo, alimentación, información (de su situación y la de los suyos), orientación, tranquilización y apoyo. 
  2. En una etapa posterior, ya en condiciones de seguridad, lejos de la amenaza real de la catástrofe, una proporción variable de afectados presenta alteraciones psíquicas o el riesgo de desarrollarlas posteriormente. Este grupo es tributario de una intervención salud mental mas especializada que debe realizar un equipó de profesionales, preferiblemente interdisciplinario, incluyendo los diferentes especialistas en el campo de la salud mental (médicos, psicólogos, psiquiatras, enfermeros, trabajadores sociales...), convenientemente formados, entrenados y que formen un equipo consistente con amplia disponibilidad para actuar en diferentes situaciones de emergencia. 

6. LUGAR Y TIEMPO DE LA INTERVENCIÓN. 

Las primeras medidas deben realizarse lo más precozmente posible y en el lugar seguro más próximo a la zona de la catástrofe. Se pretende recuperar el mayor número posible de afectados en el menor tiempo posible. La situación excepcional creada tras la catástrofe exige medidas también excepcionales. Se debe intentar lograr que estos sujetos, potencialmente recuperables, se reintegren y ocupen lo antes posible. Se emplean medidas elementales y sencillas como:

  • Asegurarles unas condiciones mínimas de reposo. 
  • Ofrecerles hidratación y alimentación. 
  • Proporcionarles la información adecuada sobre lo que deben y no deben hacer. 
  • Tranquilizarles, permitirles la liberación de sus emociones. 
  • Concienciarlos para que se mantengan activos y ocupados. 

Todo ello debe hacerse fomentando las expectativas de la recuperación del sujeto, asegurándole que el dolor que experimenta es una reacción normal transitoria y recuperable ante la grave situación vivida. Se deben evitar las etiquetas psiquiátricas utilizando un lenguaje adecuado a la capacidad de comprensión del sujeto.
En una etapa posterior, los equipos, de apoyo psicológico prestarán atención a los individuos evacuados por severas alteraciones psicopatológicas y a las poblaciones de alto riesgo, para prevé la aparición de secuelas postraumáticas ulteriores. 

7. OBJETIVOS. 

La planificación de una intervención asistencial se debe marcar unos objetivos a corto, medio y largo plazo, estos últimos asimilables por otros equipos asistenciales.

  • A corto plazo: próximo en el tiempo y lugar al acontecimiento catastrófico, se pretende aliviar el sufrimiento de sujeto y acelerar el proceso natural de recuperación tras e impacto doloroso de un evento traumático. 
  • A medio plazo: el interés primordial se centra en la prevención de secuelas psíquicas retardadas y de la evolución hacia un trastorno de estrés postraumático. 

En síntesis, la intervención psicológica en las catástrofes está orientada a mitigar o aliviar el sufrimiento psicológico de los afectados y a prevenir el agravamiento de los síntomas, desarrollando acciones que eviten su cronificación.

8. PRINCIPIOS DE LA INTERVENCIÓN.

La intervención debería cumplir los requisitos de inmediatez, proximidad, simplicidad y expectativa de una pronta recuperación. La experiencia de las organizaciones militares ha destacado la importancia de estas medidas, que constituyen la versión abreviada del tratamiento de Salomón de la "reacción al estrés del combate" (Salomón, 1944) denominadas:

  1. Proximidad: la atención psicológica debe realizarse en los escenarios próximos a la catástrofe (tanatorio, hospitales etc.), para evitar patologizar la situación, trasladando a los afectados a un hospital, centro de salud mental, etc. 
  2. Inmediatez: cuanto antes se intervenga menor posibilidades hay de que se desarrollen psicopatologías futuras, como el Trastorno por Estrés Postraumático. 
  3. Expectativas: Es importante transmitir información positiva al afectado sobre su capacidad de afrontar la situación, e insistir en la idea de que está sufriendo reacciones normales ante situaciones anormales (Acontecimiento Traumático). 
  4. Es indispensable también transmitir expectativas positivas sobre un rápido retorno a su rol o función anterior al evento, potenciando así su autoestima y sus estrategias de afrontamiento. 
  5. Simplicidad. Utilización de técnicas sencillas y breves. El tratamiento deberá, generalmente, ser breve en el tiempo y no durar más de cuatro a siete días. La utilización de un ambiente estructurado y medidas simples como alojamiento seguro, ropas limpias, bebida, comida, descanso, ocupaciones sencillas supervisadas, junto a la posibilidad de hablar de su experiencia en un grupo que le comprenda es suficiente para acelerar la recuperación del sujeto afectado. 


9. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA. FUNCIONES Y TAREAS.

En función del tipo de población afectada podemos hablar de

  • Intervención psicológica con afectados y familiares: apoyo psicológico, potenciar el apoyo social y la capacidad de afrontamiento. 
  • Intervención psicológica con los grupos de intervención: asesoramiento sobre medidas de autoprotección (turnos, descansos, ventilación emocional). 


9.1. INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA CON AFECTADOS/FAMILIARES.

Son actuaciones que van orientadas a los siguientes objetivos:

a) Tranquilizar al sujeto. Explicándole el significado y alcance de sus síntomas, sobre todo haciéndole ver que se trata de una reacción transitoria a la situación vivida. Asimismo, debemos hacerle ver que todas estas reacciones son normales e inevitables en una situación como esta y que no debe intentar buscar explicaciones lógicas a lo ocurrido. Puede ayudar alguna técnica sencilla de relajación. Si la ansiedad es intolerable para el paciente o crea una situación de riesgo (personal o para el grupo) puede recurrirse a la administración de un fármaco tranquilizante, como se comenta más adelante. En el caso de tratarse de un superviviente de una catástrofe, se debe tranquilizar, proporcionando a los sujetos la seguridad de que se encuentran a salvo y físicamente indemnes.

b) Favorecer la liberación de la tensión emocional provocada por la catástrofe. Se debe favorecer esta liberación, permitiendo que el sujeto hable y exprese sus emociones (crisis de llanto, descargas de agresividad verbal). Es necesaria una escucha empática, sin pronunciar juicios de valor, ayudando a ventilar y desahogar las emociones contenidas. Ello puede contribuir a disminuir el riesgo de aparición de secuelas postraumáticas.

c) Activar recursos externos al sujeto (apoyo social, laboral y familiar). El apoyo social es un factor importante para reducir el impacto de un acontecimiento traumático. El apoyo social puede ser prestado tanto por los compañeros, otros afectados o bien por los familiares. Las personas del entorno que han sido afectadas por la misma situación traumática se encuentran en la mejor situación para comprender a los afectados, a veces su apoyo y consejo resulta determinante para la resolución de la crisis. En general las actitudes que se recomiendan a los familiares o amigos del sujeto afectado consisten en medidas sencillas como:

  • Evitar que se sienta solo: acompañarle, pasar tiempo con él, prestarle atención. 
  • Escucharle y tranquilizarle sobre sus miedos irracionales, asegurándole que se encuentra a salvo y sobre todo permitirle el desahogo emocional, como la liberación del llanto o de la rabia contenidos. 
  • Es necesario también facilitarle el descanso, ayudándoles en las tareas y responsabilidades diarias. 
  • Respetar su silencio e intimidad. Cada persona tiende a elaborar las situaciones según su personal forma de ser y puede necesitar intimidad y silencio. Estas actitudes deben ser comprendidas y aceptadas por el entorno. 

e) Activar los recursos internos del sujeto (estrategias de afrontamiento). El sujeto afectado debe volver a su rutina cotidiana e intentar organizar sus actividades para los días posteriores al atentado o accidente. Para ello debe seguir estas indicaciones:

  • Ponerse pequeñas metas. Tomar pequeñas decisiones cotidianas. 
  • Enfrentarse lo antes posible a lugares y situaciones que le recuerden lo que ha pasado. 
  • Es posible que existan dificultades para concentrarse en el trabajo. 
  • Es aconsejable hablar con jefes y compañeros sobre lo ocurrido para que lo puedan entender. Intentar descansar y dormir lo suficiente (en situaciones como esta es necesario dormir más de lo habitual). 


9.2. APOYO PSICOLÓGICO A LOS TÉCNICOS EN SALVAMENTO (SANITARIOS, BOMBEROS, SOLDADOS, PSICÓLOGOS, TRABAJADORES SOCIALES, CUERPOS DE SEGURIDAD...).

Durante la labor de rescate de los técnicos habrá que estar atentos a las manifestaciones de estrés. Cuando detectemos a algún profesional que está sufriendo esta reacción, debemos seguir la siguiente secuencia:

  1. Apartar al técnico afectado del lugar de trabajo hasta un lugar sin estímulos agresivos. 
  2. Preguntarle por su estado. 
  3. Realizar una escucha activa. 
  4. Asegurarse que su estado es normal para la situación por la que pasa. 
  5. Proporcionarle apoyo, elogiar su esfuerzo. 
  6. Proporcionarle un descanso (1/2 hora) o cambiarle de tarea si se estima aconsejable. 

Una vez acabado el turno o finalizado el salvamento o rescate, debemos propiciar un encuentro distendido del grupo de trabajo (técnica de desahogo psicológico o debriefing) en el que se aliente a los participantes a:

  • Narrar los hechos vividos. 
  • Hablar sobre los sentimientos experimentados. 
  • Informarle sobre los síntomas que puede estar experimentando o que puede llegar a sufrir en los próximos días. 
  • Darles indicaciones de cómo actuar sobre estos síntomas. 


BIBLIOGRAFIA


  • Elena Puertas López . Revista de Protección Civil. nº5. 2000 
  • Intervención psicológica en desastres bélicos. José Manuel Montero Guerra. Papeles del Psicólogo. Septiembre , nº 68 , 1997 
  • Intervención psicológica en las catástrofes. José I. Robles y José L. Medina. Ed. Síntesis. 
  • Intervención psicológica en situaciones de emergencia y desastres. Gobierno Vasco. 
  • Isabel Vera. Revista de Protección Civil. nº8. 2001 
  • Luz Gutierrez Gutiérrez. Revista de Protección Civil. nº1. 2000 
  • Manual práctico de apoyo Psicológico en situaciones de emergencia. Juan M. Fernández Millán. Ed. Grupo Editorial Universitario 
  • Primeros auxilios psicológicos. Cruz Roja Española. 
  • Psicología para después de una crisis. Manuel Trujillo. Ed. Aguilar.



martes, 24 de marzo de 2015

Psicologia de catastrofes: Despues de la tragedia






Si bien los psicólogos no brindan terapia en el lugar de la catástrofe, pueden ayudar a las personas a apoyarse en su propia fortaleza interna con el fin de iniciar el proceso de recuperación después de la catástrofe. Los psicólogos ayudan a los que se encuentran en el lugar de la catástrofe a desarrollar sus habilidades de resiliencia y así pasar de sentirse como víctimas desesperanzadas a supervivientes con una visión realista con relación a sus perspectivas. Este proceso puede incluir la toma de medidas orientadas a lograr objetivos concretos y vincularse con los demás a medida que aprenden a sobrellevar los desafíos logísticos y emocionales que plantea una catástrofe.


jueves, 19 de diciembre de 2013

Ayudando a niños y adolescentes a superar la violencia y los desastres





¿Qué es el trauma?, ¿cómo superar el trauma después de la violencia y los desastres?, ¿cómo reaccionan los niños al trauma?. En el siguiente folleto conoceremos las pautas para poder comprender y ayudar a los niños y adolecentes a superar la violencia y los desastres. 

Editor(es): Instituto Nacional de la Salud Menta;
Departamento de Salud y Recursos Humanos de los Estados Unidos. 


Gracias a Karemi Rodriguez Batista por compartirlo.



jueves, 25 de julio de 2013

Intervención psicológica especializada versus apoyo emocional

Alícia Álvarez (Responsable Área Asistencial - UTCCB) 
Artículo bajo Licencia Creative Commons 


A veces, los propios profesionales no sabemos explicar bien nuestra labor y puede dar la impresión de que la confundimos con el apoyo emocional y social que la familia, los amigos y la red comunitaria presta en estas situaciones. 
Durante una situación de emergencia, catástrofe o crisis es necesario contar con procedimientos estructurados que permitan más allá de cubrir necesidades concretas, paliar el impacto psicológico de las persona ante un evento vital estresante. 
La intervención psicológica en estos casos cuenta con protocolos y guías de actuación claros, definidos y unificados. Los equipos de intervención se integran en el conjunto de agentes que dan respuesta al suceso: protección civil, policía, UME, bomberos, médicos, etc. Coordinándose para dar una mayor cobertura y solución al problema. 
Las intervenciones descoordinadas o llevadas a cabo por profesionales no cualificados pueden llevar a resultados contraproducentes tanto para la población afectada como para el propio profesional que no está preparado para tal fin. Es importante realizar un esfuerzo para unificar la formación y la capacitación de los equipos de intervención psicológica y los procedimientos. 
Las primeras intervenciones psicológicas especializadas se llevan realizando desde hace 20 años. En la actualidad, se dispone de numerosas investigaciones y evidencias científicas sobre los procesos de recuperación de las personas tras incidentes críticos. Existen análisis fiables de las necesidades de las personas y de la efectividad de las técnicas empleadas. 
Las intervenciones psicológicas constan de unas fases concretas y estrategias como los primeros auxilios psicológicos que tienen como objetivo disminuir el impacto psicológico generado por el efecto crítico a fin de: 
  • Facilitar que las personas afectadas se estabilicen. 
  • Favorecer que puedan afrontar los aspectos más urgentes de la emergencia. 
  • Detectar personas en riesgo, ya sea por sus conductas o por la situación, e implementar medidas de protección, derivación y seguimiento. 
  • Asegurar la integridad de las personas afectadas. 
La buena intervención psicológica en estos casos permite disminuir la afectación posterior al suceso evitando que se desarrollen patologías graves como el trastorno por estrés post-traumático. Favoreciendo la continuidad de las personas en su vida diaria y evitando costes sanitarios, laborales y personales. 

Bibliografía:
  • Aulagnier M., Verger P., Rouillon F. (2004) Efficiency of psychological debriefing in preventing post-traumatic stress disorders. RevEpidemiolSante Publique. Feb: 52 (1):67-79. 
  • Bisson, JI.,McFarlane, C. y Rose, S. (2000) Desahogo psicológico. En, E. B. Foa, TM. Keane y MJ. Friedman,.(Eds.)Tratamiento del estrés postraumático (57-79) Barcelona: Ariel Psicología (2003). 
  • Carlier, I. y Gersons, B. (2000) Brief prevention programs after trauma. En: JM. Violanti, D. Paton y C. Dunning (Eds.) Posttraumatic Stress Intervention: Challenges, Issues and Perspectives (65-80) Illinois, Springfield: Charles C. Thomas. Publisher LTD. 
  • Condori, L; Palacios, A & Ego-Aguirre, V. (2002). Impacto Psicológico en el trabajo en Emergencias y Desastres en Equipos de Primera Respuesta, Sociedad Peruana de Psicología de Emergencias y Desastres. Perú. 
  • Fernández Millán, J.M. (2005) Apoyo Psicológico en Situaciones de Emergencia, Edit. Psicología Pirámide. 
  • Gutiérrez, L. (2002) La Presencia de Psicólogos ya se considera como un Recurso Humano más en una Gestión Eficaz de la Catástrofe, en Revista Protección Civil, Dirección General de Protección Civil de España, N° 14, Diciembre. España. 
  • Gutiérrez, L. (2000) El Papel del Psicólogo en los Desastres, en Conferencia Virtual sobre Teoría y Práctica de las Ciencias Sociales en Situaciones de Riesgos Catastróficos, Tema IV Psicología aplicada a la Gestión de Riesgos y Catástrofes, Dirección General de Protección Civil de España y Centro Europeo de Investigación Social de Situaciones de Emergencia - CEISE. España. 
  • Llanos, María Teresa; Sinclair, Caroline; Arón, Ana María; Milicia, Neva; Martínez, María Josefina; Salgado, Ricardo &Chia, Enrique. “Manual de Primer Apoyo”. Escuela de Psicología Universidad Católica de Chile, Proyecto Fondef “Intervención en Crisis” (D03–I-1038). 
  • Mitchell, J.T. (1983) When disaster strikes... the critical incident debriefing process. Journal of the Emergency Medical Services; 8, 36 -39. Mitchell, JT. Y Everly, GS. (2000) Critical Incident Stress Management and Critical Incident Stress Debriefings: evolutions, effects and outcomes. En: B. Raphael y JP. 
  • Wilson (Eds.) Psychological debriefing: Theory, practice and evidence (71-80) New York: Cambridge University Press. 
  • McNally, RJ., Bryant, RA., Ehlers, A. Does early psychological intervention promote recovery from posttraumatic stress? Psychological Science in the Public Interest vol.4 nº2 Nov 2003.

¿Qué hacen los psicólogos en los lugares afectados por una catastrofe? APA



Siempre que hay una catástrofe de cualquier magnitud, se suele movilizar a psicólogos para que brinden ayuda. 
Para un observador externo, sería difícil distinguir un psicólogo de los demás voluntarios que también se ofrecen para ayudar con agua o mantas. 
Pero si bien los psicólogos brindan estos servicios, también ofrecen apoyo emocional crucial en el período posterior a la catástrofe. 
Dado que los psicólogos están capacitados especialmente para ayudar a las personas a sobrellevar la tensión y las emociones fuertes, ellos pueden ayudar tanto a los supervivientes de las catástrofes como a quienes brindan la ayuda inicial a entender lo común que es sentir lo que están sintiendo, ya sea enojo, tristeza o cualquier otra emoción fuerte. 
Si bien los psicólogos no brindan terapia en el lugar de la catástrofe, pueden ayudar a las personas a apoyarse en su propia fortaleza interna con el fin de iniciar el proceso de recuperación después de la catástrofe. Los psicólogos ayudan a los que se encuentran en el lugar de la catástrofe a desarrollar sus habilidades de resiliencia y así pasar de sentirse como víctimas desesperanzadas a supervivientes con una visión realista con relación a sus perspectivas. Este proceso puede incluir la toma de medidas orientadas a lograr objetivos concretos y vincularse con los demás a medida que aprenden a sobrellevar los desafíos logísticos y emocionales que plantea una catástrofe. 
Mientras los psicólogos brindan su apoyo, pueden: 
  • Escuchar las preocupaciones de las personas con respecto a diversos problemas tales como su hogar, sus familiares perdidos y sus mascotas. 
  • Ayudar a las personas a manejar sus condiciones de vida temporales y a aclimatarse a los refugios que posiblemente estén ubicados lejos de su estado natal y en distintos ambientes. 
  • Proporcionar información sobre los recursos disponibles para satisfacer necesidades actuales (vestimenta, atención médica, etc.); ayudar a facilitar esos contactos. 
  • Abogar por las necesidades de determinados individuos o familias a medida que se manejan en los sistemas que se han creado para brindarles ayuda. 
  • Ayudar a las personas a desarrollar habilidades de resiliencia entablando vínculos con familiares y amigos que también han sobrevivido o que no se han visto afectados por la catástrofe; aceptando que ese cambio implicará una experiencia continua; manteniendo una actitud esperanzada y ayudando a las personas a desarrollar sus propios planes de recuperación personal. 
  • Escuchar las preocupaciones de los padres sobre cómo sus hijos se recuperarán de la catástrofe y si podrán tratar con los desafíos que tendrán que afrontar (por ejemplo, nuevas escuelas, etc.) 
  • Contribuir con la resolución de conflictos y problemas entre los residentes de los refugios, entre los familiares y entre los voluntarios y el personal. 
  • Ayudar a las personas a manejar otras tragedias que puedan estar sucediendo simultáneamente a las secuelas de la catástrofe (como por ejemplo la muerte o la enfermedad de un familiar no afectado por la catástrofe). 
  • Enseñarles a las personas que es normal que los sobrevivientes de catástrofes presenten una serie de reacciones comunes. Algunas de estas son: miedo, recuerdos, pesadillas, emociones de irritación y/o retraimiento y confusión. 
  • Asegurarles a las personas que es posible recuperarse de una catástrofe y llevar adelante una vida plena y gratificante. 
  • Al trabajar con niños: Hay que advertir y apoyar estrategias positivas de afrontamiento; ayudarlos a restablecer vínculos con otras personas; ayudarlos a encontrar maneras de colaborar con los demás; ayudar a las familias a restablecer las rutinas y estructuras familiares; recordarles a los niños y a las familias la importancia de tomar descansos con relación a sus esfuerzos de recuperación y otras actividades saludables de cuidado de sí mismo; así como también el uso de libros para colorear relacionados con la catástrofe 
  • Suministrar información sobre cómo y dónde buscar asistencia a más largo plazo. 

Referencia - borrador de la Cruz Roja Estadounidense sobre Fundamentos del Manual sobre Salud Mental ante Catástrofes. Especial agradecimiento a la Dra. Rosemary Schwartzbard por su revisión y sugerencias editoriales.

martes, 2 de octubre de 2012

"Psicología Aplicada a Crisis, Desastres y Catástrofes" UNED




ISBN: 978-84-933486-6-3 
Autor: Ramos Alvarez, Rodolfo (Coord.) 
Fecha de edición: 01/05/2006 
Encuadernación: Rústica 
Idioma: Español 
Páginas: 380 
PVP 20,00€ 





Las catástrofes y los fenómenos naturales devastadores, tales como inundaciones, guerras, terremotos, sequías, epidemias, etc., asuelan el mundo desde tiempo inmemorial. Sin embargo, en estas situaciones la preocupación se orienta a salvar vidas humanas mas que a la atención psicológica de urgencia. No obstante, son varias las razones que empujan a considerar la intervención psicológica en situaciones de catástrofes y desastres no sólo como un aspecto relevante sino necesario. 

Índice: Estado actual de la intervención psicológica en desastres.- La empresa privada en la intervención psicológica en desastres: ICAS.- Reacciones conductuales y cognitivas en una catástrofe.- La incertidumbre frente a la continuidad.- Psicopatología relacionada con una catástrofe.- Triage psicológico en situaciones criticas con múltiples afectados.- Técnicas de intervención psicológica en una catástrofe.- El apoyo psicológico al personal interviniente.- La IPC en contextos multiculturales: el ejemplo de Melilla.- La intervención psicológica en desastres con niños.- Actividades de prevención y tratamiento para la escuela.- Atención inicial durante el proceso de duelo.- Reflexiones sobre la muerte y el acto de morir.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Una psicóloga ayuda a los compañeros de Ruth Bretón en su vuelta a clase

Fuente original: Agencia EFE.

Una psicóloga de la Delegación Provincial de Educación de la Junta de Andalucía presta apoyo psicológico a la comunidad educativa del Colegio Público García Lorca de Huelva, donde estaba matriculada Ruth Bretón y tendría que haber ido por primera vez su hermano José, que hoy cumpliría 3 años. 

La presencia de una psicóloga de apoyo para los niños del colegio de Ruth y José Bretón, los niños desaparecidos en Córdoba hace casi un año, obedece, según ha explicado el director del centro, José Romero, a la petición realizada por el propio colegio que pretende hacer la vuelta a clase de los compañeros de Ruth Bretón "lo menos traumática posible". 
Ha precisado que la mañana ha sido "muy dura para todos" y ha trasladado a Ruth Ortiz, madre de los dos menores, "todo el apoyo y la solidaridad" de la comunidad educativa. 
Romero ha señalado que desde el centro, con ayuda de la profesional, se ha optado por "normalizar la situación y contarles a los niños la verdad, no de forma brusca, pero sí que conozcan lo que ha pasado para no crear en ellos falsas expectativas sobre una posible vuelta de la niña". 
Asimismo, ha indicado que la labor de la psicóloga no se centrará únicamente en los menores ya que está previsto que la próxima semana se celebre una reunión con los padres al objeto de que "ellos continúen con la labor que se va a realizar en la clase" para que "lleven lo mejor posible esta situación". 
La psicóloga que se ha trasladado al centro pertenece al equipo de Orientación Externa y su labor viene a sumarse a la que ya desde la semana pasada ha realizado un especialista del equipo técnico de atención temprana en la escuela infantil Clarines II, a la que acudía el pasado curso el pequeño José Bretón. 
Desde la Delegación de Educación se ha recordado que ya el pasado año se ofreció este servicio a los colegios "todas las veces que lo demandaron desde la dirección" y que la Junta de Andalucía "está dispuesta a colaborar en todo lo que necesiten estos centros escolares tras la trágica situación".

lunes, 9 de julio de 2012

Los psicólogos en las catástrofes: ¿Son necesarios?

En los últimos desastres naturales que han afectado el mundo las noticias no pasan por alto que, junto a la ayuda internacional que lleva agua y comida, existe un grupo de psicólogos que se moviliza para prestar su ayuda. Pero… ¿nos hemos preguntado si realmente son necesarios? 
Un artículo recientemente publicado en el Time aborda este tema afirmando que en la actualidad creemos que la asistencia psicológica es tan importante como las medicinas o la comida y es que somos víctimas (incluso los propios profesionales de la psiquis) de un cliché: “las personas que han vivido una tragedia necesitan hablar en aras de no desarrollar posteriormente un trauma”. 
La realidad es que, aunque todas las personas se encuentran confundidas y muy tensas después de haber vivido una catástrofe, los datos muestran que entre el 70 y el 80% de ellas será suficientemente resilientes y no presentará problemas mentales con posterioridad por lo que no necesitan la ayuda de psicólogos o psiquiatras. 
Se supone que estas legiones de consejeros deben crear grupos donde se realicen sesiones en las cuales las personas deben hablar de lo sucedido de forma que la ventilación del evento y sus emociones previene futuros problemas psicológicos. Sin embargo, estudios recientes demuestran que este tipo de tratamiento es más inútil de lo que se pensaba, sobre todo si se realiza en grupo, e incluso puede contribuir a desarrollar trastornos psíquicos. 
En este sentido Mark Seery, profesor de la Universidad de Buffalo, se dedicó a investigar si realmente ventilar las emociones después de un trauma tiene efectos positivos sobre la salud mental. Para lograr su objetivo trabajó con 2.138 personas que vivieron el atentado del 11 de septiembre en Nueva York a los cuales les dio seguimiento por un periodo de dos años. 
De estas personas, 1.559 decidieron compartir sus emociones mientras que 579 optaron por el silencio. Los resultados no dejaron lugar a dudas: mientras antes las personas hablaban de lo ocurrido y ventilaban sus emociones, más posibilidades tenían de desarrollar estrés postraumático. 

¿Por qué ventilar las emociones no siempre es la mejor opción? 

Una de las hipótesis más aceptadas en la comunidad científica se refiere a que los grupos creados para ventilar las emociones después de una catástrofe realmente se convierten en una caldero a presión. Es decir, estos grupos están conformados por decenas de personas con elevados niveles de ansiedad por lo que al final es más probable que en vez de disminuir los niveles de tensión, estos se expandan y aumentan. 
Así, en la actualidad los psicólogos están repensando su papel ante las situaciones de crisis ya que en estos momentos la víctima de un desastre no desea descubrir y explorar sus emociones sino que le brinden un sitio seguro y encontrar a sus familiares. Y es que cuando nos enfrentamos a problemas de esta envergadura, nuestro sentido más práctico aflora y resolver nuestras necesidades más básicas es lo que nos brinda más satisfacción. 
Ante estos hechos irrefutables, hoy muchos profesionales de la psiquis que se trasladan a los lugares donde ha ocurrido una catástrofe, están abandonando la vieja idea de que todas las personas necesitan ventilar sus emociones y están optando por centrarse en disminuir la tensión emocional, brindar sensación se seguridad y facilitar el contacto entre las personas más cercanas. 

Fuentes: 

  • Szalavitz, M. (2011, Marzo) Tending to Japan's Psychological Scars: What Hurts, What Helps. En: Time
  • Seery, M. D. et al. (2008) Expressing Thoughts and Feelings Following a Collective Trauma: Immediate Responses to 9/11 Predict Negative Outcomes in a National Sample. Journal of Consulting and Clinical Psychology; 76(4):657-67. 


Escrito por Jennifer para Rincón de la Psicología

miércoles, 4 de julio de 2012

La psicología se incorpora a la Unidad Militar de Emergencias de las FAS – Entrevista con el Jefe de Psicología de la UME

Rafael Blázquez
Días atrás, diversos medios de comunicación se hacían eco de la próxima incorporación de cinco psicólogos para la plantilla de reservistas voluntarios de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Concretamente, se quiere contar con profesionales de la Psicología, junto a otras disciplinas, para la campaña de la lucha contra los incendios forestales. 
La UME es una unidad especializada de las Fuerzas Armadas (FAS), cuyo objetivo es intervenir de manera rápida y eficiente en cualquier lugar del territorio nacional en casos de emergencias de considerable envergadura. 
Infocop Online se ha interesado por el trabajo que se realiza en esta unidad y el papel que psicólogos y psicólogas pueden desempeñar en la misma, y ha entrevistado para sus lectores al Comandante psicólogo Rafael Blázquez de la Paz, Jefe de Psicología de la UME. 
El Comandante Blázquez es Psicólogo Especialista en Psicología Clínica, del Trabajo, de la Educación y Diplomado Superior en Psicología Militar y en Intervención en Crisis, Catástrofes y Emergencias. Lleva dedicado a la Psicología Militar en las Fuerzas Armadas desde el año 1979 y fue uno de los pioneros del 4º Escalón del Servicio de Psicología de las FAS. Rafael Blázquez 
El 4º Escalón comenzó su andadura, dependiendo de la Subsecretaría de Defensa, con la misión, entre otras, de coordinar al resto de Escalones, Centros Regionales y Gabinetes de Psicología de los tres ejércitos y de la Guardia Civil; en un momento en el que la Psicología no era todavía una Especialidad Fundamental dentro de las FAS como ya lo eran, por ejemplo, Medicina, Farmacia o Veterinaria. Más bien, se trataba de una disciplina complementaria. 
En aquellos primeros momentos, debido a esta organización, se podía ser a la vez infante de Marina y psicólogo, de Artillería y psicólogo, etc. Esta doble dependencia daba lugar a conflictos de rol en ciertas ocasiones y por tal motivo, se planteó la necesidad de crear una especialidad fundamental de Psicología, que pudiera resolver estos problemas. Y es a partir de 1999 que la Psicología se constituye como Especialidad fundamental y se incorpora dentro del Cuerpo Militar de Sanidad. 

ENTREVISTA 

Infocop: En primer lugar, nos gustaría que explicara para nuestros lectores y lectoras qué es la Unidad Militar de Emergencias (UME) y cuál es su organización y funcionamiento dentro del cuerpo de las Fuerzas Armadas (FAS). 

Rafael Blázquez: La Unidad Militar de Emergencias fue creada por acuerdo del Consejo de Ministros del 7 de octubre de 2005 y está previsto que en Diciembre de 2008 esté operativa al 100%, con un total de 3.987 militares de los tres Ejércitos y Cuerpos Comunes, repartidos por todo el territorio nacional para intervenir en situaciones de grave riesgo, catástrofe, calamidad y otras necesidades públicas, en estrecha colaboración con las instituciones del Estado y las Administraciones Públicas. Su misión principal es contribuir a la seguridad y el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas y preservar el medio ambiente. En definitiva, la UME ha nacido, tal y como reza su lema, Para servir. 
Para ello, esta Fuerza Conjunta, con estructura y naturaleza militar, cuenta con medios materiales y humanos, especialmente adaptados para lograr la máxima operatividad y eficacia en el menor tiempo posible (autobombas, camiones de transporte, vehículos ligeros, maquinaria pesada, cuñas quitanieves, sistemas de comunicaciones de vanguardia, equipos de detección y descontaminación, potabilizadoras de agua, aviones anfibios, helicópteros, perros adiestrados, etc.).
Esta unidad depende orgánicamente del Ministro de Defensa y operativamente del Jefe del Estado Mayor de la Defensa, con dependencias funcionales del Secretario de Estado de Defensa, el Subsecretario y el Secretario General de Política de Defensa, en el ámbito de sus competencias.
Para que los lectores y lectoras de esta publicación se puedan hacer una idea general de la forma de proceder de esta unidad, podría resumir el protocolo de intervención de la siguiente manera: una Comunidad Autónoma solicita la intervención de la UME al Ministerio del Interior, éste, si lo estima conveniente, traslada la solicitud al Ministerio de Defensa, desde donde se ordena la intervención a la UME.
Si la emergencia es de interés nacional (que se denomina de nivel 3), dirige y controla operativamente todas las acciones el General Jefe de la UME, bajo la dependencia del Ministro de Interior. En caso de que la emergencia no se considere de interés nacional, que será lo más habitual, la intervención se lleva a cabo de acuerdo con la normativa de Protección Civil en el ámbito de la Comunidad Autónoma respectiva. Asimismo, como unidad de primera intervención en emergencias, la UME podrá movilizar y emplear medios materiales y humanos de las FAS, si así se requiriera.
Aunque en principio su ámbito de actuación es nacional, no se excluye la posibilidad de intervenir fuera del territorio nacional en operaciones de emergencia o humanitarias, si fuera necesario, a criterio del Presidente del Gobierno. Para más información, el lector puede acceder a www.mde.es/ume/. 

I.: ¿En qué consiste exactamente la figura del reservista voluntario en las FAS y cuáles son sus cometidos principales?

R. B.: Un reservista voluntario es una persona que desea aportar, de forma voluntaria y temporalmente, sus capacidades, habilidades y conocimientos, en las diferentes misiones que llevan a cabo nuestras Fuerzas Armadas, en el cumplimiento de la función que la Constitución les asigna y como respuesta a los compromisos asumidos por el Gobierno.
Puede elegir el Ejército o Cuerpo Común con el que desea colaborar y el período de tiempo que desea dedicar, en función de su disponibilidad y el grado de compromiso que esté dispuesto a asumir, que en principio será de 2 a 3 años, siendo posible renovar su compromiso, siempre y cuando no se supere los 61 años para Oficiales y Suboficiales y 58 años para la Tropa y Marinería.
Así mismo, deberá dedicar un determinado tiempo al año, que puede ir desde una semana (para cursos de reciclaje y perfeccionamiento) hasta un mes (para cursos de formación básica militar o específica). El tiempo de activación para prestar servicio en Unidades, Centros u Organismos del Ministerio de Defensa, en función de las preferencias que haya manifestado en cuanto a áreas de trabajo y cometidos o tareas a desempeñar, su disponibilidad y las necesidades de las FAS, será de al menos un mes al año. 

I.: Somos conocedores de la reciente incorporación de la figura del psicólogo dentro de la plantilla de reservistas voluntarios para prestar servicio en la Unidad Militar de Emergencias. ¿A qué se debe esta incorporación? ¿Qué necesidades se quieren cubrir? 

R. B.: En efecto, en enero de 2008 se aprobó la incorporación de 64 reservistas voluntarios para la UME, de los cuales, cinco plazas estarán destinadas a oficiales psicólogos. Una vez superado el período de formación específica, estos reservistas psicólogos serán activados por un período máximo de cuatro meses, correspondientes fundamentalmente a la Campaña Contra Incendios.
El objetivo principal es que puedan prestar asistencia y apoyo psicológico al personal militar de la UME en general y, especialmente, a los efectivos desplegados para intervenir en las operaciones de extinción y rescate que se lleven a cabo en cada uno de los cinco Batallones de Intervención que la integran, así como a los familiares de las personas afectadas, en caso de que sea necesario.
Además, y de manera puntual, atenderán a cualquier otra víctima o afectado en el escenario de la catástrofe o emergencia de que se trate, o a través de los dispositivos de atención psicosocial que se pudieran constituir, en estrecha colaboración, si fuera requerida su presencia, con los servicios de emergencia de las Comunidades Autónomas, Protección Civil, etc.
Así mismo, se les podrán encomendar otras tareas relacionadas con el asesoramiento psicológico al Mando en materia de Psicología general y de Psicología aplicada al medio militar, así como sobre las estrategias de intervención psicológica en catástrofes y emergencias. Todo ello bajo la supervisión y dirección del Cuartel General de la Unidad en Torrejón, en el que nos encontramos actualmente dos psicólogos en plantilla, el Capitán Eduardo Samper Lucena y yo mismo como Comandante Jefe de Psicología. 

I.: ¿Le gustaría añadir alguna otra cuestión para nuestros lectores y lectoras?  

R. B.: Simplemente, espero que esta entrevista haya servido para aclarar algunas ideas a las personas que leen Infocop sobre nuestra labor dentro de las fuerzas armadas y quedo a vuestra entera disposición en la UME, como reza nuestro lema, Para servir. 
Envío desde aquí un cordial saludo a todos los profesionales y estudiantes de Psicología, que representan el futuro de esta profesión, animándoles a conocer este campo de actuación de la Psicología relacionado con la intervención en catástrofes, desastres y emergencias.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Atención psicosocial en desastres


Es un trabajo bastante completo de un servicio de atención a afectados colombiano que nos da unas pautas bastante bien estructuradas sobre la forma en la que deberíamos de realizar una intervención psicosocial en casos de desastres.

martes, 30 de noviembre de 2010

Intervención psicológica inmediata en catástrofes


Por: Ángel Antonio Marcuello García publicado originalmente en:


INTRODUCCIÓN.

La sociedad actual se encuentra muy sensibilizada por el impacto de las catástrofes. La seguridad de los países más desarrollados se ha visto reiteradamente cuestionada por trágicos acontecimientos, especialmente por la violencia terrorista. Acontecimientos tales como el atentado del 11 de septiembre del año 2001 sobre las Torres Gemelas de Nueva York, del 11 de marzo de 2004 en Madrid, o del 7 de Julio de 2005 en Londres han conmocionado la opinión mundial. Por otro lado, en España, cabe también mencionar otro tipo de desastres, los accidentes aéreos del YAK-42 en mayo de 2003, en el que murieron 62 militares y el accidente de helicóptero de las Fuerzas Armadas del pasado agosto de 2005 con 17 militares fallecidos.
Ante situaciones de este tipo, no podemos eliminar el dolor que un familiar siente por un ser querido que ha fallecido, pero podemos acompañarlo y ayudarle a atravesar esos momentos amargos, podemos hacerle comprender lo que le está ocurriendo y, sobre todo, escucharlo. No podemos evitar las escenas de dolor, ni las manifestaciones de rabia o indignación, pero podemos canalizarlas y amortiguarlas. El objetivo de este artículo es informar sobre las actividades de intervención psicológica en situaciones de catástrofe.

CRISIS, EMERGENCIA, DESASTRE Y CATÁSTROFE.

Son conceptos que se utilizan de forma indistinta (así ocurre en este artículo) y que comparten ciertas similitudes. Entre ellas el que implican la pérdida o amenaza de la vida o de la propiedad, además de perturbar el sentido de la comunidad y provocar consecuencias adversas para los supervivientes. Por otro lado, precisan de una intervención no demorable (son urgencias). También comparten el que frente a ellas aparecen reacciones psicológicas similares, el que son imprevisibles y accidentales y, por ello, causan sorpresa, indefensión y desestabilización. A pesar de todas estas similitudes, también existen diferencias de tipo cuantitativo:
Emergencia sería la situación que se resuelve con los recursos médicos y asistenciales locales. Ejemplos de emergencias las encontramos en las continuas intervenciones de los servicios sanitarios que cubren accidentes de tráfico.
Más grave es la situación de desastre (sin entrar en los tipos que existen) para los que se necesita una mayor infraestructura y en el que se dan un mayor número de heridos, damnificados y conlleva un mayor coste económico, suponiendo una alarma para la población.
Finalmente se habla de catástrofe refiriéndose a un desastre masivo, con consecuencias destructivas que abarca una mayor extensión, supone un gran esfuerzo humano, material y de coordinación. Las catástrofes, con sus secuelas de horror y sufrimiento, provocan alarma social y suscitan la necesidad de una intervención para remediar, en lo posible, los daños producidos. La intervención, en una situación de catástrofe, requiere un detenido proceso de preparación. Son necesarios equipos (de carácter multidisciplinar), convenientemente formados y entrenados para intervenir en cualquier situación.
Sin embargo, estas diferencias son muy arbitrarias y atienden sobre todo a aspectos económicos y organizativos.

PLANIFICACIÓN GENERAL DE LA INTERVENCIÓN.

En primer lugar, se debe planificar el marco general del contexto en el que se realiza la intervención. La planificación deberá reunir una serie de requisitos:
  1. Ser flexible para poder adaptarse diferencialmente a cada situación. No hay dos catástrofes idénticas.
  2. Incluir una perspectiva evolutiva o temporal. La situación de catástrofe es un proceso dinámico que evoluciona en el tiempo, a veces de forma muy rápida e imprevista. Las medidas de intervención que pueden servir para los primeros momentos pueden no ser útiles, e incluso perjudiciales, en fases posteriores.
Sobre estos principios básicos, el proceso de planificación debe intentar responder a una serie de cuestiones generales como las que se exponen a continuación:
  1. ¿A quién debe ir dirigida la intervención?. Es decir, la población necesitada de atención psicológica.
  2. ¿Quién debe realizar las diferentes intervenciones?. Profesionales y equipos que deben realizar las diferentes intervenciones.
  3. ¿Cuando y dónde se debe intervenir?. Lugar y momento más adecuado para cada tipo de intervención.
  4. ¿Objetivos de la intervención?. Deben señalarse objetivos, a corto, medio y largo plazo, que deben ser cubiertos por las distintas intervenciones.
  5. ¿Qué principios debe seguir la intervención?. Es decir, que requisitos debe cumplir.
  6. ¿Con qué medios se cuenta?. La planificación del proceso dé intervención debe adaptarse a los medios o recursos (personales y materiales) con que se cuenta, así como a las posibilidades de actuación.
LA POBLACIÓN NECESITADA DE ATENCIÓN.

En principio, cualquier persona involucrada en una catástrofe, incluidos los equipos de socorro y los dirigentes, puede resultar psicológicamente afectada. Nadie es totalmente inmune, por principio, a los efectos de la catástrofe. La mayoría de los involucrados experimentan, en mayor o menor medida, emociones penosas (miedo, temor, inseguridad, incertidumbre, preocupación, pena, dolor, etc.), que son reacciones normalmente esperables en una situación anormal (excepcional) como la catástrofe. Van a precisar una intervención psicológica más específica:
  1. Personas que han sufrido lesiones físicas de consideración o que sin haber sufrido lesiones físicas de importancia hallan resultado psicológicamente muy afectadas por el acontecimiento catastrófico. Precisarán un tratamiento para el alivio de sus síntomas actuales y la prevención de secuelas posteriores.
  2. Sujetos que necesitan ayuda psicológica para afrontar las dolorosas perdidas sufridas: personas, (compañeros, familiares, amigos... ), materiales (domicilio, enseres), sociales (trabajo, rol social).
  3. Intervinientes en los equipos de salvamento (sanitarios, bomberos, psicólogos, cuerpos de seguridad...). Todo el personal que interviene en una catástrofe, desde los servicios de rescate, los voluntarios y los propios miembros del equipo psicosocial se ve sometido a un fuerte impacto psicológico, por lo cual es importante que estas personas reciban también el apoyo psicológico que necesiten a través de técnicas grupales que favorezcan la ventilación emocional y faciliten estrategias de afrontamiento de situaciones críticas (debriefing).
EQUIPOS DE INTERVENCIÓN.

Ante un desastre, como intervención psicosocial, dada la diversidad de necesidades que surgen y que pueden tener un efecto importante en el malestar psicológico (necesidades básicas, de seguridad, de información, de apoyo psicológico...) se plantea una actuación multidisciplinar, es decir, configurar un equipo formado por psicólogos, trabajadores sociales, personal sanitario y otros que pudieran ser necesarios más puntualmente, como por ejemplo, representantes religiosos, traductores, etc. La actuación en este campo requiere un equipo de profesionales diversificado según los distintos niveles de intervención.
  1. Tras el impacto, en el lugar de la catástrofe, los equipos de socorro pueden realizar una importante labor psicológica proporcionando seguridad física, un reconocimiento que permite descartar lesiones físicas graves, abrigo, alimentación, información (de su situación y la de los suyos), orientación, tranquilización y apoyo.
  2. En una etapa posterior, ya en condiciones de seguridad, lejos de la amenaza real de la catástrofe, una proporción variable de afectados presenta alteraciones psíquicas o el riesgo de desarrollarlas posteriormente. Este grupo es tributario de una intervención salud mental mas especializada que debe realizar un equipó de profesionales, preferiblemente interdisciplinario, incluyendo los diferentes especialistas en el campo de la salud mental (médicos, psicólogos, psiquiatras, enfermeros, trabajadores sociales...), convenientemente formados, entrenados y que formen un equipo consistente con amplia disponibilidad para actuar en diferentes situaciones de emergencia.
LUGAR Y TIEMPO DE LA INTERVENCIÓN.

Las primeras medidas deben realizarse lo más precozmente posible y en el lugar seguro más próximo a la zona de la catástrofe. Se pretende recuperar el mayor número posible de afectados en el menor tiempo posible. La situación excepcional creada tras la catástrofe exige medidas también excepcionales. Se debe intentar lograr que estos sujetos, potencialmente recuperables, se reintegren y ocupen lo antes posible. Se emplean medidas elementales y sencillas como:
  • Asegurarles unas condiciones mínimas de reposo.
  • Ofrecerles hidratación y alimentación.
  • Proporcionarles la información adecuada sobre lo que deben y no deben hacer.
  • Tranquilizarles, permitirles la liberación de sus emociones.
  • Concienciarlos para que se mantengan activos y ocupados.
Todo ello debe hacerse fomentando las expectativas de la recuperación del sujeto, asegurándole que el dolor que experimenta es una reacción normal transitoria y recuperable ante la grave situación vivida. Se deben evitar las etiquetas psiquiátricas utilizando un lenguaje adecuado a la capacidad de comprensión del sujeto.
En una etapa posterior, los equipos, de apoyo psicológico prestarán atención a los individuos evacuados por severas alteraciones psicopatológicas y a las poblaciones de alto riesgo, para prevé la aparición de secuelas postraumáticas ulteriores.

OBJETIVOS.

La planificación de una intervención asistencial se debe marcar unos objetivos a corto, medio y largo plazo, estos últimos asimilables por otros equipos asistenciales.
A corto plazo: próximo en el tiempo y lugar al acontecimiento catastrófico, se pretende aliviar el sufrimiento de sujeto y acelerar el proceso natural de recuperación tras e impacto doloroso de un evento traumático.
A medio plazo: el interés primordial se centra en la prevención de secuelas psíquicas retardadas y de la evolución hacia un trastorno de estrés postraumático.
En síntesis, la intervención psicológica en las catástrofes está orientada a mitigar o aliviar el sufrimiento psicológico de los afectados y a prevenir el agravamiento de los síntomas, desarrollando acciones que eviten su cronificación.

PRINCIPIOS DE LA INTERVENCIÓN.

La intervención debería cumplir los requisitos de inmediatez, proximidad, simplicidad y expectativa de una pronta recuperación. La experiencia de las organizaciones militares ha destacado la importancia de estas medidas, que constituyen la versión abreviada del tratamiento de Salomón de la "reacción al estrés del combate" (Salomón, 1944) denominadas:
  1. Proximidad: la atención psicológica debe realizarse en los escenarios próximos a la catástrofe (tanatorio, hospitales etc.), para evitar patologizar la situación, trasladando a los afectados a un hospital, centro de salud mental, etc.
  2. Inmediatez: cuanto antes se intervenga menor posibilidades hay de que se desarrollen psicopatologías futuras, como el Trastorno por Estrés Postraumático.
  3. Expectativas: Es importante transmitir información positiva al afectado sobre su capacidad de afrontar la situación, e insistir en la idea de que está sufriendo reacciones normales ante situaciones anormales (Acontecimiento Traumático).
  4. Es indispensable también transmitir expectativas positivas sobre un rápido retorno a su rol o función anterior al evento, potenciando así su autoestima y sus estrategias de afrontamiento.
  5. Simplicidad. Utilización de técnicas sencillas y breves. El tratamiento deberá, generalmente, ser breve en el tiempo y no durar más de cuatro a siete días. La utilización de un ambiente estructurado y medidas simples como alojamiento seguro, ropas limpias, bebida, comida, descanso, ocupaciones sencillas supervisadas, junto a la posibilidad de hablar de su experiencia en un grupo que le comprenda es suficiente para acelerar la recuperación del sujeto afectado.
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA. FUNCIONES Y TAREAS.

En función del tipo de población afectada podemos hablar de
  1. Intervención psicológica con afectados y familiares: apoyo psicológico, potenciar el apoyo social y la capacidad de afrontamiento.
  2. Intervención psicológica con los grupos de intervención: asesoramiento sobre medidas de autoprotección (turnos, descansos, ventilación emocional).
INTERVENCIÓN PSICOLÓGICA CON AFECTADOS/FAMILIARES.
Son actuaciones que van orientadas a los siguientes objetivos:
a) Tranquilizar al sujeto. Explicándole el significado y alcance de sus síntomas, sobre todo haciéndole ver que se trata de una reacción transitoria a la situación vivida. Asimismo, debemos hacerle ver que todas estas reacciones son normales e inevitables en una situación como esta y que no debe intentar buscar explicaciones lógicas a lo ocurrido. Puede ayudar alguna técnica sencilla de relajación. Si la ansiedad es intolerable para el paciente o crea una situación de riesgo (personal o para el grupo) puede recurrirse a la administración de un fármaco tranquilizante, como se comenta más adelante. En el caso de tratarse de un superviviente de una catástrofe, se debe tranquilizar, proporcionando a los sujetos la seguridad de que se encuentran a salvo y físicamente indemnes.
b) Favorecer la liberación de la tensión emocional provocada por la catástrofe. Se debe favorecer esta liberación, permitiendo que el sujeto hable y exprese sus emociones (crisis de llanto, descargas de agresividad verbal). Es necesaria una escucha empática, sin pronunciar juicios de valor, ayudando a ventilar y desahogar las emociones contenidas. Ello puede contribuir a disminuir el riesgo de aparición de secuelas postraumáticas.
c) Activar recursos externos al sujeto (apoyo social, laboral y familiar). El apoyo social es un factor importante para reducir el impacto de un acontecimiento traumático. El apoyo social puede ser prestado tanto por los compañeros, otros afectados o bien por los familiares. Las personas del entorno que han sido afectadas por la misma situación traumática se encuentran en la mejor situación para comprender a los afectados, a veces su apoyo y consejo resulta determinante para la resolución de la crisis. En general las actitudes que se recomiendan a los familiares o amigos del sujeto afectado consisten en medidas sencillas como:
  • Evitar que se sienta solo: acompañarle, pasar tiempo con él, prestarle atención.
  • Escucharle y tranquilizarle sobre sus miedos irracionales, asegurándole que se encuentra a salvo y sobre todo permitirle el desahogo emocional, como la liberación del llanto o de la rabia contenidos.
  • Es necesario también facilitarle el descanso, ayudándoles en las tareas y responsabilidades diarias.
  • Respetar su silencio e intimidad. Cada persona tiende a elaborar las situaciones según su personal forma de ser y puede necesitar intimidad y silencio. Estas actitudes deben ser comprendidas y aceptadas por el entorno.
e) Activar los recursos internos del sujeto (estrategias de afrontamiento). El sujeto afectado debe volver a su rutina cotidiana e intentar organizar sus actividades para los días posteriores al atentado o accidente. Para ello debe seguir estas indicaciones:
  • Ponerse pequeñas metas. Tomar pequeñas decisiones cotidianas.
  • Enfrentarse lo antes posible a lugares y situaciones que le recuerden lo que ha pasado.
  • Es posible que existan dificultades para concentrarse en el trabajo. Es aconsejable hablar con jefes y compañeros sobre lo ocurrido para que lo puedan entender.
  • Intentar descansar y dormir lo suficiente (en situaciones como esta es necesario dormir más de lo habitual).
APOYO PSICOLÓGICO A LOS TÉCNICOS EN SALVAMENTO (SANITARIOS, BOMBEROS, SOLDADOS, PSICÓLOGOS, TRABAJADORES SOCIALES, CUERPOS DE SEGURIDAD...).
Durante la labor de rescate de los técnicos habrá que estar atentos a las manifestaciones de estrés. Cuando detectemos a algún profesional que está sufriendo esta reacción, debemos seguir la siguiente secuencia:
  1. Apartar al técnico afectado del lugar de trabajo hasta un lugar sin estímulos agresivos.
  2. Preguntarle por su estado.
  3. Realizar una escucha activa.
  4. Asegurarse que su estado es normal para la situación por la que pasa.
  5. Proporcionarle apoyo, elogiar su esfuerzo.
  6. Proporcionarle un descanso (1/2 hora) o cambiarle de tarea si se estima aconsejable.
Una vez acabado el turno o finalizado el salvamento o rescate, debemos propiciar un encuentro distendido del grupo de trabajo (técnica de desahogo psicológico o debriefing) en el que se aliente a los participantes a:
  • Narrar los hechos vividos.
  • Hablar sobre los sentimientos experimentados.
  • Informarle sobre los síntomas que puede estar experimentando o que puede llegar a sufrir en los próximos días.
  • Darles indicaciones de cómo actuar sobre estos síntomas.
BIBLIOGRAFIA
  • Elena Puertas López . Revista de Protección Civil. nº5. 2000
  • Intervención psicológica en desastres bélicos. José Manuel Montero Guerra. Papeles del Psicólogo. Septiembre , nº 68 , 1997
  • Intervención psicológica en las catástrofes. José I. Robles y José L. Medina. Ed. Síntesis.
  • Intervención psicológica en situaciones de emergencia y desastres. Gobierno Vasco.
  • Isabel Vera. Revista de Protección Civil. nº8. 2001
  • Luz Gutierrez Gutiérrez. Revista de Protección Civil. nº1. 2000
  • Manual práctico de apoyo Psicológico en situaciones de emergencia. Juan M. Fernández Millán. Ed. Grupo Editorial Universitario
  • Primeros auxilios psicológicos. Cruz Roja Española.
  • Psicología para después de una crisis. Manuel Trujillo. Ed. Aguilar.