CARACTERÍSTICAS DEL DUELO EN LOS NIÑOS DE 0 A 12 AÑOS
Autora: Montse García
“ Poder llorar la muerte de un ser querido adecuadamente y afrontar la
pérdida antes de que se produzca, en el momento en que ocurre y
sobre todo después, hace que el niño/a no pueda sentirse culpable,
deprimido, enojado o asustado. Cuando ayudamos a nuestros hijos a
curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de
todas –la muerte de un ser querido -, los estamos dotando de unas
capacidades y una comprensión importantes, que le servirán para el
resto de sus vidas”. William C. Kroen (1996).
pérdida antes de que se produzca, en el momento en que ocurre y
sobre todo después, hace que el niño/a no pueda sentirse culpable,
deprimido, enojado o asustado. Cuando ayudamos a nuestros hijos a
curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de
todas –la muerte de un ser querido -, los estamos dotando de unas
capacidades y una comprensión importantes, que le servirán para el
resto de sus vidas”. William C. Kroen (1996).
Cada
vez más desde nuestra sociedad occidental tendemos a proteger de un
modo excesivo a nuestros infantes de las crudas realidades de la vida.
Esto que a priori nos parece bueno, en muchas ocasiones no lo es ya que
apartando a los niños de estas realidades no les permitimos que
conozcan, experimenten, se habituen y aprendan a afrontar muchas de las
experiencias que tendran que vivir en un tiempo más o menos próximo.
La
muerte de un ser querido es uno de los acontecimientos más dolorosos y
estresantes que puede experimentar un ser humano, y además suele ser un
hecho ineludible en la mayoría de los casos. ¿Quién no ha perdido a
alguien al que quiere?
Cuando
esto ocurre todas las personas, incluidos los niños y los adolescentes,
debemos enfrentarnos a un proceso de duelo para el que muchas veces no
estamos preparados. Si no afrontamos adecuadamente esta pérdida
estaremos expuestos a sufrir problemas posteriormente.
Algunos de los mitos que nuestra sociedad ha forjado en torno al duelo infantil son los siguientes:
- El sufrimiento y el duelo infantil son de corta duración. Pero en realidad, este dolor nunca termina. Los niños crecen, se desarrollan y van descubriendo e incorporando nuevos factores desarrollados con la pérdida.
- Los bebés y los niños pequeños, no son capaces de sufrir o experimentar el duelo. Es al contrario, los niños/as experimentan estas emociones intensamente. Sin embargo su expresión verbal poco desarrollada no les permite expresar estos sentimientos y muchas veces estas emociones no son reconocidas por los adultos.
- El trauma causado por la muerte de un ser querido siempre ocasiona trastornos emocionales a largo plazo. El sufrimiento es una respuesta normal a la muerte de un ser querido. En la mayor parte de los casos, cuando los niños/as reciben apoyo y sienten que sus sentimientos y experiencias son validadas, tienden a desarrollarse normalmente.
- Para ayudar a los niños/as que han perdido a un ser querido, el objetivo es terminar con su sufrimiento y duelo. Como procesos, el duelo y el dolor nunca terminan, y por ello reaparecerán a lo largo de toda la vida. El cariño y la comprensión ayudarán a procesar esta experiencia.
Al
objeto de que los adultos podamos reconocer el proceso de duelo por el
que pasan los niños/as y de ese modo podamos ayudarles a afrontarlo,
será útil que conozcamos sus reacciones de acuerdo con su edad y su
etapa evolutiva.
PRIMERA ETAPA: MENOS DE 3 AÑOS
No comprenden qué significa el concepto de muerte y sus consecuencias. Carecen de la percepción de tiempo y espacio.
Los bebés
Los bebés
Crean
un vínculo afectivo muy fuerte con la persona que les cuida y protege
(normalmente la madre), ese apego les proporciona seguridad emocional,
aceptación y protección.
Al fallecer esta figura protectora, la primera sensación que tiene es la de abandono. En este caso es común observar en los bebés comportamientos como:
- Búsqueda de la figura protectora, llantos inconsolables, rechazos a nuevas figuras protectoras, alteración del sueño, problemas en la alimentación, irascibilidad, rabietas…
La
ausencia de esa figura protectora ocasiona al bebé sentimientos y emociones de abandono, indefensión y desprotección. Lo
principal es que cuanto antes el bebé
vuelva a sentirse querido y protegido por otra persona, aunque eso no
evitará que él espere durante bastante tiempo la aparición de su madre.
2 a 3 años
El
niño ha evolucionado cognitivamente aunque su perspectiva emocional es similar.
La pérdida de una persona significativa les provoca sentimientos de abandono, miedo y desasosiego. Así que el niño
tendrá episodios de:
- Llanto, intranquilidad, inseguridad, desapego, retroceso en el aprendizaje, rechazo hacia otras personas, irritabilidad. Con esta edad ya preguntan continuamente por la persona fallecida, aunque al rato parece que se han olvidado de ella.
Lo
mejor que podemos hacer en esta etapa es
otorgarle afectividad y seguridad. Los familiares son esenciales en estos
primeros momentos.
SEGUNDA ETAPA:
DE 3 A 6/7 AÑOS
3 a 5 años
Su
nivel de comprensión es más avanzado, ya domina mejor el lenguaje. Aún no están preparados para entender el
concepto de muerte. Para ellos las personas no tienen límite temporal.
La
muerte la entienden como algo
reversible, temporal e impersonal, ni siquiera se plantean que ellos o su familia puedan morirse. Cuando eso sucede lo primero que sienten es abandono y
desprotección.
- Constantemente están esperando que aparezca esta persona y esto les causa gran dolor y ansiedad.
5 a 6 años
Empiezan
a comprender un poco más el significado de estar vivo o muerto aunque son incapaces de comprender de manera global
lo sucedido.
Sus
manifestaciones de duelo más comunes son:
- Sentimiento de abandono, miedo, incomprensión, tristeza, culpabilidad, ansiedad por la separación, incertidumbre, rabia, enfado, pocas ganas de comer, falta de atención.
Otros
síntomas habituales en las primeras semanas son:
- Conductas desadaptadas, retroceso en su desarrollo evolutivo, enuresis, regresión del comportamiento, desobediencia, trastornos de la alimentación, desinterés, pesadillas, etc… Son manifestaciones muy comunes que desaparecen con el tiempo.
En
caso de que se intensificaran y
persistieran podríamos decir que el duelo se está complicando y debe
consultarse con un psicólogo.
Es aconsejable que el niño participe con el
resto de la familia en esos momentos de dolor,
ya que eso le facilitará el que exprese sus sentimientos y comprenda mejor la
realidad.
TERCERA ETAPA:
DE 6/7 A LOS 11/12 AÑOS
6 a 9
años
A los 6/7 empiezan a entender el concepto de
la muerte, aunque aún les resulta difícil imaginar que
ellos o sus seres queridos tienen que morir.
A los 8/9 años ya empiezan a superar el
concepto de reversibilidad y dan paso al concepto de lo definitivo.
Cuando
se muere un ser querido se les hunde su
mundo, su estabilidad y la protección que creían tener desaparece. Actitudes
hacia la pérdida:
- El rechazo es una de sus primeras actitudes.
- En estas edades los niños lo personifican todo y la culpabilidad es un rasgo muy común. En ocasiones han podido escuchar a su madre: “eres malo, me vas a matar a disgustos”. Este tipo de frases permanece en el interior del niño y él puede llegar a pensar que es el culpable de dicha muerte.
La
dificultad que tienen algunos de
expresar sus miedos, pensamientos y ocultarlos les pueden llevar a entrar en un
proceso de ansiedad, angustia y culpa que puede afectarles en su desarrollo
psicológico. El rechazo, la rabia y la falta de aceptación por la pérdida
ocasionan cambios de comportamientos
expresados en:
- Agresividad, violencia, pesadillas nocturnas, falta de concentración, insociabilidad, rechazo a otros familiares que quieren ayudarle, culpabilidad dirigida hacia sí mismo o culpabilización hacia la persona fallecida por haberse muerto, irritabilidad, desinterés, necesidad de permanecer con las personas sobrevivientes por miedo a que también mueran, deseo de unirse con la persona fallecida, expresándolo continuamente, agresividad manifestada a través del juego…
En
ocasiones síntomas psicosomáticos como:
- Cefaleas, dolor de estómago, inapetencia, hipocondría, estrés postraumático.
La ayuda de los familiares, profesores y
amigos es la mejor terapia para superar el trance doloroso y elaborar el
duelo aceptando la muerte de su ser querido.
Para
el psicólogo William C. Kroen (2002), los tres temores más frecuentes del niño
son:
-¿Causé yo la muerte?
-¿Me pasará esto a mí?
-¿Quién me va a cuidar?
Más de 9 hasta 12
años.
Los
niños ya están preparados para tomar
conciencia de la dura realidad de la vida. En un duelo presentan sentimientos ambivalentes:
- Curiosidad por saber más sobre la muerte. Con preguntas de este estilo: ¿Cuándo una persona muere a dónde se va? ¿Se lo comen los gusanos?...
- Miedo atroz hacia ella.
Cuando
un niño está elaborando el duelo, no
solo es importante observar sus cambios de comportamientos, sino también las preguntas
que nos formulan. A través de ellas podemos averiguar en qué momento
emocional se encuentra, si existe ansiedad persistente, si tienes deseos de
morirse (vigilar las ideas suicidas).
Lo mejor es que la comunicación sea fluida
entre el niño y los adultos, para que así puedan expresar sus emociones,
miedos, pensamientos. El silencio de lo que está ocurriendo hace
que no elabore su duelo de manera normal y que pueda optar por aplazarlo.
Otras variables que debemos tener en cuenta
son:
- Los cambios que se producen en su entorno. El cambio lo viven como pérdidas, les desestructura y sienten ansiedad por lo inesperado.
- La adaptación de roles. Hay niños que adoptan roles del fallecido, para intentar que todo siga igual o para evitar el sufrimiento de la familia pudiéndole crear un cuadro de ansiedad o síntomas depresivos. En otras ocasiones se convierten en niños irrespetuosos que abandonan sus obligaciones y culpabilizan a los demás de los sucedido. Todo esto son manifestaciones de inseguridad y de rabia por todo lo que ha cambiado su vida, no aceptan esa muerte y tienen gran sentimiento de abandono.
Es
importante mantener la comunicación
desde el primer momento con los niños para que expresen su dolor y vuelvan
cuanto antes a la normalidad.
A modo de recomendación final
Padres
y familiares deberían tomar conciencia de que si durante un proceso de
duelo observan estas actitudes y comportamientos en sus niños y no se
ven capaces de manejar estas situaciones, lo mejor es que acudan a la
consulta de un psicólogo/a para que les orienten y ayuden a que el niño
pueda elaborar el duelo adecuadamente evitando así que surjan problemas
futuros derivados de éste.
Bibliografía
“El duelo- Como ayudar a los niños/as a afrontarlo”-
Iratxe Apraiz Sagarna
“El duelo, estrategias terapéuticas con niños y personas
con síndrome de Down. Intervención duelo por suicidio”- Antonia Jiménez
González, Montserrat Montés Germán, Javier Jiménez Pietropaolo.